La palabra sánscrita karma indica destino
o la Ley definida como causa y efecto.
Dharma es quizás la forma como nosotros
administramos ese karma, o también
nuestro poder de situarnos en el centro
de nuestro destino.
El karma somos nosotros, es el resultado
de nuestros pensamientos, de nuestros
deseos, de nuestras actitudes.
A través del tiempo hemos creado
enormes nubes de poderosos pensamientos
de deseos y esto ha formado a nuestro
alrededor un aura que puede
ser negativa que nos impide
coordinar correctamente el presente.
La forma de neutralizar el nagativismo
que hemos acumulado con nuestro
bagaje espiritual, es utilizar
la ley del dharma que significa
el cumplimiento de todo lo que
se relaciona con nuestro compromiso.
Es el poder que tiene el ser humano
de elevarse sobre el destino,
creando nuevas situaciones,
comprendiendo que su forma de
actuar ha sido edificada sobre
suelos del pasado que ya no
deben tener poder sobre él.
Para activar la ley del dharma
sobre el karma, es necesaria
una extrema atención sobre
los acontecimientos que están
sucediendo en el propio interior
y exterior, ya que al estar
totalmente atentos,
dejamos un vacío entre el pasado
y el presente, tomando entonces
total poder el presente que es
nuestro único y auténtico
momento real de vida .
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