miércoles, 1 de julio de 2009

EL CAMINO MÁS FÁCIL


La única razón de nuestra existencia es la de descubrir quiénes somos.
Dr. Ihaleakalá Hew Len

Un profesor visita a un maestro Zen y al llegar le dice; “Hola, soy el Dr. Fulano. Soy esto. Soy aquello. Hago tal y cual cosa, etc., etc. y me gustaría aprender Budismo”. El maestro responde: “¿Desea usted sentarse?”. “Sí”. “¿Desea tomar una taza de té?”. “Sí”. Entonces el maestro vierte un poco de té en la taza y continúa haciéndolo aún cuando la taza está llena y comienza a derramarse. El Dr. Exclama: “¡La taza está rebosando! ¡Y el té se está derramando!”. A lo que el maestro responde: “Exactamente. Usted ha venido con su taza llena. Se está rebosando, de modo que… ¿cómo puedo entregarle algo? Usted ya está anegado con todo ese conocimiento. A no ser que venga usted vacío y abierto, no puedo entregarle nada…”.
La mayor parte de mi vida viví pensando que yo era contadora, etc., etc. Me definía por mis títulos, mis rótulos. Tenía la taza llena de conocimientos que me alejaban de mí misma. Sólo creía en aquello que podía tocar o ver. Para mí, todos aquellos que hablaban de lo esotérico eran “locos” o “bohemios” que no sabían lo que estaban diciendo y no pertenecían a este mundo. Esta manera de pensar me trajo mucho sufrimiento. Sin embargo, cuando descubrí que yo era mucho más que mi cuerpo físico, se me abrió todo un mundo nuevo lleno de infinitas posibilidades, un mundo sin rejas. Cuando me di cuenta del poder que tenían mis pensamientos, entendí el porqué y el cómo de la vida. Muchos de nosotros vivimos con estas rejas. Las sentimos pero no las vemos porque son invisibles. Estas rejas son nuestras creencias, nuestros juicios y opiniones, y sobre todo lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. En el preciso instante que decidimos tomar conciencia de quiénes somos, dichas rejas se abren y nos damos cuenta que somos libres y que siempre lo hemos sido. Así logramos escapar de la prisión que nosotros mismos hemos creado.

Nos han dicho que somos seres humanos y nos lo hemos creído. Si pensamos que somos seres indefensos y sin ningún poder, eso es lo que vamos a manifestar en la vida. Somos los reyes de nuestro propio imperio y podemos construir y manifestar todo lo que nos propongamos en nuestras vidas. No depende de nadie más que nosotros.

Todos somos hijos de Dios y hemos sido creados a su semejanza. Somos creadores. ¿Cómo creamos? Con nuestros pensamientos. Es así de sencillo.
los Niños Índigo. Muchos de los mensajes de estos niños llegan a través de James Twyman, quien se comunica con ellos la mayoría de las veces en forma telepática. Ellos nos hablan de la necesidad de “hacer de cuenta” (darnos cuenta) y nos dicen: “Hagamos de cuenta que somos seres iluminados. Hagamos de cuenta que somos amados por Dios. Hagamos de cuenta que somos perfectos tal como somos. Respiremos profundamente y aspiremos a aquello que es verdad. Sólo entonces todo tendrá sentido. Es necesario saber que uno aspira a la realidad, la verdad. Construye tu vida fundamentándola en esta verdad. Si aspiramos a aquello que es verdadero, la verdad es automáticamente atraída a nuestras vidas”.

¿Quién soy? Ésa es la única pregunta que debemos hacernos en la vida. El descubrir nuestra verdadera esencia e identidad es la razón de nuestra existencia y debería ser nuestra única preocupación, nuestra única meta. Es muy importante descubrir quiénes somos.

A través del Ho’oponopono, este arte hawaiano muy antiguo que ahora practico y enseño, aprendí que nuestra mente consta de tres partes: el superconsciente, el consciente y el subconsciente. Esto me ayudó a entender un poco más como funcionamos.
El superconsciente, es nuestra parte espiritual. Es aquella parte que, no importa lo que esté pasando, es siempre perfecta. Es la parte que sabe, y sobre todo, tiene bien claro quién es en todo momento.

El consciente es la parte mental, lo que nosotros llamamos el intelecto. Es un aspecto muy importante de nosotros, porque es el que tiene la capacidad de elegir, ya que disponemos de libre albedrío. En cada instante de nuestra vida estamos eligiendo. ¿Qué elegimos? Elegimos si vamos a reaccionar y engancharnos con el problema o si preferimos soltarlo y dejar que lo resuelva la parte nuestra que sabe lo que debe hacer. También elegimos si vamos a aceptar que no sabemos nada (y que no necesitamos saber) o si preferimos pensar que nuestro conocimiento es mejor que el de Dios y que podemos resolverlo todo solos y por nuestra cuenta. El consciente es la parte que decide si optar por asumir el 100% de la responsabilidad y decir: “Lo siento, perdóname por aquello que está en mí que ha creado esto”, (Ho’oponopono) o señalar con el dedo y echarle la culpa a otro. El intelecto no fue creado para saber. No necesita saber nada. El intelecto es un regalo, el regalo que tenemos de elegir.

El subconsciente es nuestra parte emocional. Es el niño interior. Ésta es la parte que almacena todos los recuerdos en la memoria. Esta importantísima parte de nosotros es descuidada constantemente, y sin embargo, es la responsable de aquello que manifestamos en nuestras vidas. Ésta es la parte que maneja nuestro cuerpo, la que respira automáticamente sin que tengamos que “pensar” en respirar. Es nuestra parte intuitiva. ¿Alguna vez notaron que se sienten nerviosos y no saben por qué? El subconsciente nos alerta (si prestamos atención) cuando detecta que está por pasar algo malo. Si estuviésemos más comunicados con él, podríamos evitar muchos eventos desagradables. Esta parte es la mejor socia que podemos tener. Es muy importante que nos comuniquemos con ella. Debemos aprender a amarla y cuidarla mucho. Una vez que decidimos continuar en este camino de tomar responsabilidad y somos consistentes, nuestro niño interior hará la limpieza (Ho’oponopono) por nosotros en forma automática, sin que tengamos que pensar. En las clases de Ho’oponopono, trabajamos mucho con este niño interior. Aprendemos como comunicarnos con él, como cuidarlo, y sobre todo, como trabajar con él para “soltar”.
La Enseñanza de Buda dice: “Aunque un hombre conquiste a miles de hombres en los campos de batalla, sólo aquel que se conquiste a sí mismo ganará su batalla”.

Una vez leí el siguiente cuento:

Había una vez, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con unos manzanos, naranjos, perales, bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: ¡No sabía quién era!

“Lo que le falta es concentración”, le decía el manzano. “Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas. Ve qué fácil es”.

“No lo escuches”, exigía el rosal. “Es más sencillo tener rosas, y ¡ve que bellas son!”. Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó al jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: “No te preocupes. Tu problema no es tan grave. ¡Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra! Yo te daré la solución: “No dediques tu vida a ser lo que los demás quieran que seas. Sé tu mismo. Conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior”. Y dicho esto, el búho desapareció.

¿Mi voz interior? ¿Ser yo mismo? ¿Conocerme?”. Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto comprendió. Cerrando los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: “Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. ¡Estás aquí para dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje! ¡Tienes una misión! ¡Cúmplela!”. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto al ver a mi alrededor: “¿Cuántos serán robles que no se permiten a sí mismos crecer? ¿Cuántos son rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas? ¿Cuántos naranjos hay que no saben florecer?”. En la vida todos tenemos un destino que cumplir, un espacio que llenar. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser.


2 - ¿QUÉ ES UN PROBLEMA?

Un problema sólo es un problema si decimos que lo es, y el problema no es el problema sino cómo reaccionamos al problema es el problema.
Dr. Ihaleakalá Hew len

Hay un dicho Zen que dice: “Tal vez no podamos hacer que los pajaritos dejen de volar alrededor de nuestras cabezas, pero sí podemos evitar que hagan sus nidos en nuestro cabello”.

No se trata de negarlos o de no caer en la tentación de prestarles atención. Se trata de descubrir quiénes somos, y cuando lo hacemos, desarrollamos y sentimos una libertad interna tal que estas cosas ya no pueden distraernos.

Nuestro subconsciente tiene almacenados todos nuestros recuerdos. Mientras los recuerdos están dormidos, acomodados en el banco de nuestra memoria, no nos ocasionan ningún inconveniente. Las personas que aparecen en nuestras vidas, las visitas a ciertos lugares o las situaciones de la vida hacen que esos recuerdos despierten. De ese modo, las memorias se convierten en pensamientos y se manifiestan. Por eso es muy importante saber que en realidad las personas aparecen en nuestra vida para darnos otra oportunidad. ¿Cuál es esa oportunidad? Es la de responsabilizarnos el cien por ciento y decir: “Lo siento. Perdóname por aquello que está en mí que ha creado esto”. (Ho’oponopono).

¿Han notado que cada vez que surge un problema uno está siempre presente? Si el tema no estuviera adentro nuestro, no seríamos capaces de percibirlo. Los problemas son simplemente una repetición de nuestros recuerdos. Son como información que está grabada en una cinta de audio. Cuando se pone a funcionar esta cinta, pensamos que es real. Los problemas se repiten porque, cuando aparecen, reaccionamos y nos apegamos a ellos. No dejamos de pensar en el asunto, y así quedamos atrapados en él en vez de soltarlo.

¿Se han fijado que sólo pensamos obsesivamente cuando aparece un problema? Una vez que se inicia este ciclo vicioso, nos olvidamos que tenemos el poder de detener la grabación.

En su libro El Poder del Ahora, Eckhart Tolle dice: “La mente nunca puede encontrar la solución, ni puede permitirse dejar que usted la encuentre, porque ella misma es parte intrínseca del problema”.

Muchas veces la grabación está funcionando pero el volumen está muy bajo, y por esta razón, ni siquiera estamos conscientes de ella. Sin embargo, el subconsciente siempre está tocando las grabaciones. Por eso es tan esencial asumir el cien por ciento de la responsabilidad. Sólo de ese modo entendemos que somos simplemente nosotros y nuestras grabaciones, nuestros pensamientos y nuestros programas. Tomemos el ejemplo de una diapositiva proyectada en la pared o en una pantalla. Sabemos perfectamente que, aunque vemos la imagen proyectada en la pared o la pantalla, la misma no está ahí sino adentro de la máquina. Lo mismo ocurre con nuestros problemas. Cuando estos aparecen, son sólo una proyección de lo que está pasando adentro nuestro y no afuera. Sin embargo, nos pasamos la vida tratando de cambiar la pantalla. Ahí no está el problema. Buscamos la solución en el lugar equivocado.

Es importantísimo recordar que los problemas, las situaciones y las personas no existen fuera de nosotros tal como los percibimos sino que nuestra percepción es simplemente un reflejo de nuestros pensamientos. Los problemas tampoco son lo que pensamos que son. Nunca sabemos qué es lo que está pasando realmente. Los problemas son siempre “oportunidades”.

Debemos darnos cuenta que tenemos un efecto sobre el evento o el problema, y que nosotros lo hemos creado. Ésta es, en realidad, una buena noticia, ya que, como nosotros lo creamos, nosotros podemos cambiarlo sin depender de nada ni de nadie.

Hay una historia que cuenta que en una aldea había un anciano muy pobre, pero hasta los reyes le envidiaban porque poseía un hermoso caballo blanco.

Los reyes le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo pero el hombre decía: “para mí él no es un caballo; es una persona. ¿Y cómo se puede vender a una persona, a un amigo?”. Era un hombre pobre, pero nunca vendió a su caballo. Una mañana descubrió que el caballo ya no estaba en el establo. Todo el pueblo se reunió diciendo: “Viejo tonto. Sabíamos que algún día te robarían el caballo. Hubiera sido mejor que lo vendieras. ¡Qué desgracia!”.

“No vayamos tan lejos”, dijo el anciano. “Simplemente digamos que el caballo no está en el establo. Éste es el hecho. Todo lo demás es vuestro juicio. Si es una desgracia o una suerte yo no lo sé, porque esto es apenas un fragmento. ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana?”.

La gente se rió de él. Siempre habían creído que el anciano estaba un poco loco. Pero después de 15 días, una noche el caballo regresó. No había sido robado sino que se había escapado. Y no sólo eso, sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes. De nuevo se reunió la gente diciendo: “Tenías razón, viejo. No fue una desgracia sino una verdadera suerte”.

“De nuevo estáis yendo demasiado lejos”, dijo el anciano. “Decid sólo que el caballo ha vuelto. ¿Quién sabe si es una suerte o no? Es sólo un fragmento. Estáis leyendo apenas una palabra de una oración. ¿Cómo podéis juzgar el libro entero?”.

Esta vez la gente no pudo decir nada más, pero por dentro sabían que él estaba equivocado. Habían llegado doce caballos hermosos.

El viejo tenía un hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de un caballo y se rompió las dos piernas. La gente volvió a reunirse y a juzgar. “De nuevo tuviste razón”, dijeron. Era una desgracia. Tu único hijo ha perdido el uso de sus piernas y, a tu edad, él era tu único sostén. Ahora estás más pobre que nunca”.

“Estáis obsesionados con juzgar”, dijo el anciano. “No vayáis tan lejos. Sólo decid que mi hijo se ha roto las dos piernas. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos, y nunca se nos da más que esto”.

Sucedió que, pocas semanas después, el país entró en guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al ejército. Sólo se salvó el hijo del anciano porque estaba lisiado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes no volverían.

“Tenías razón viejo. Era una fortuna. Aunque tullido, tu hijo aún está contigo. Los nuestros se han ido para siempre”.

“Seguís juzgando”, dijo el viejo. Nadie sabe. Sólo decid que vuestros hijos han sido obligados a unirse al ejército y que mi hijo no ha sido obligado. Sólo Dios sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda”…

En cuanto formamos una opinión o un juicio, nos estancamos; nos esclavizamos.

El libro La Enseñanza de Buda dice: “Aquel que está influenciado por sus gustos y disgustos no puede entender el significado de las circunstancias y tiende a desesperarse ante ellas. Aquél que está desapegado entiende perfectamente las circunstancias y para él todas las cosas son nuevas y significativas”. Más adelante dice: “La felicidad sigue a la tristeza. La tristeza sigue a la felicidad, pero cuando uno ya no discrimina entre la felicidad y la tristeza, lo bueno y lo malo, uno es capaz de liberarse”.

Nada es lo que realmente parece. El intelecto no puede saber. Su conocimiento es limitado. Sin embargo, hay una parte nuestra que sí sabe. La diferencia entre el conocimiento intelectual y esa sabiduría innata que tenemos es similar a la que existe entre subir a una silla, mirar alrededor y pensar que lo estamos viendo todo y subir a la cima de la montaña y ver el panorama completo. Preferimos hablar con nuestros psicólogos o con los vecinos en vez de hablar con Dios. Tenemos acceso permanente a todo este saber, a toda esta sabiduría que está adentro nuestro, pero preferimos subirnos a la silla y dar opiniones, emitir juicios y expresar nuestros puntos de vista porque es lo que aprendimos a hacer. Estamos adictos a este modo de actuar.

Sin embargo, siempre podemos elegir qué hacer y cómo reaccionar cuando aparece una situación que consideramos problemática. La siguiente historia ilustra bellamente este concepto:

“Un día el asno de un campesino cayó al fondo de un pozo. El animal se quejó lastimeramente durante horas mientras el campesino trataba de encontrar la forma de sacarlo. Finalmente, el campesino decidió que el animal era viejo y de todas formas el pozo necesitaba ser tapado. No valía la pena recuperar al asno. Entonces, el campesino invitó a sus vecinos a que viniesen a ayudarle. Todos agarraron una pala y empezaron a tirar tierra adentro del pozo. Al comienzo, cuando el asno se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, gimió horriblemente, pero después de un rato, para sorpresa de todos, se calmó. Tras varias paladas de tierra, el campesino finalmente decidió mirar adentro del pozo, y lo que vio lo dejó azarado. Con cada palada de tierra que caía sobre su espalda, el asno hacía algo asombroso. Sacudía la espalda y la tierra caía y se amontonaba bajo sus patas, y de ese modo con cada palada el asno daba un paso arriba. A medida que los vecinos del campesino continuaban echando tierra sobre el animal, él mismo se sacudía y subía más arriba. Muy pronto, el asno llegó al borde del pozo y salió trotando”.

La vida nos echa toda clase de tierra encima. La solución para salir del pozo está en sacudirnos y dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es como un escalón hacia la libertad. ¡Depende sólo de nosotros si lo usamos como tal!


3 - LA FE

Nuestro verdadero poder es la felicidad, y ésta nos llega sólo cuando nos rendimos a todo lo demás.
Dan Millman - El Guerrero Pacífico

La mayor parte de mi vida no creí en Dios. Para mí, Dios no existía. Crecí pensando que yo era la que lograba todo en mi vida y que todo lo que tenía se lo debía a mi trabajo, dedicación y esfuerzo personal. Los judíos somos muy tradicionalistas, y yo, como buena judía, respetaba las tradiciones, pero no creía en Dios. Cuando por fin desperté, descubrí adentro mío un mundo nuevo que desconocía por completo. Poco tiempo después le dije a mi hijo mayor: “Jonathan la vida puede ser fácil”. Él me miró bien confundido y me dijo: “Eso no es lo que me decías antes”, a lo que yo contesté: “Lo sé. Pero ahora pienso diferente”.

En este momento no tengo ni la menor duda, pero esa seguridad, que no se puede expresar con palabras, la encontré en mi corazón. Todos podemos encontrarla porque la llevamos adentro. Como buena contadora, miro los resultados, observo y hago un recuento de mi vida desde que empecé a crecer. Ni yo puedo creer lo que he obtenido.

Algunos encuentran a Dios en el templo o la iglesia. Otros como yo, no lo encontramos allí. Un día despertamos, empezamos a buscar y nos damos cuenta que ni siquiera es necesario levantarse de la cama para encontrarlo. No importa la denominación, no importa cómo lo llamemos, Él (Ella) está siempre con nosotros. Dondequiera que vayamos, Él (Ella) nos acompaña.

No sabemos, ni tenemos la menor idea de cómo trabaja Dios (Amor). Tampoco conocemos lo que puede hacer. No podemos ni siquiera imaginarlo. Los llamados milagros realmente existen y los podemos experimentar en cada momento de la vida si dejamos de tratar de entender todo con el razonamiento, abandonamos nuestros juicios y opiniones y aprendemos a dejarnos llevar por la corriente de la vida. ¡Es necesario tomar conciencia de que nosotros mismos somos el mayor obstáculo en nuestras vidas!

Decimos que confiamos pero no lo hacemos realmente. Decimos que le entregamos nuestros problemas a Dios (Amor) pero seguimos aferrados a ellos. Cuado no dejamos de pensar en un tema, nos angustiamos y preocupamos, le indicamos a Dios (Amor) que queremos solucionarlo todo solos porque no confiamos en Él (Ella). De ese modo, no recibimos respuesta a nuestras plegarias porque tenemos “expectativas”. Creemos que somos dueños de la verdad, y cuando pedimos algo a Dios, lo hacemos de una manera casi imperativa. Explicitamos lo que deseamos, y cómo, de qué color y a qué hora lo queremos.

Sin embargo, Dios sabe antes que le pidamos. Él (Ella) está tan cerca que no necesitamos gritar. Basta con pensarlo. Dios tiene para nosotros mucho más de lo que imaginamos. Sólo está esperando que le demos permiso para entregarlo. Si pedimos cosas específicas, como por ejemplo: “Oh, Dios mío, por favor que me llegue el dinero para poder viajar a Europa”, le ponemos límite a nuestra solicitud. Dios nos otorga lo que es correcto en cada momento. En el caso del ejemplo, tal vez lo correcto no sea ir a Europa sino Sudamérica, pero al estar tan encerrados en querer ir a Europa, el dinero no viene porque lo que pedimos no es lo correcto.

Al cerrarnos de este modo, nos quedamos sin la posibilidad de recibir lo que es correcto y perfecto en un momento dado. A veces Dios dice que no, como lo hace un buen padre cuando su hijo no puede medir o darse cuenta del peligro o las consecuencias de lo que pide. Por esa razón, el secreto está en pedir lo que es correcto y perfecto, y nosotros no sabemos qué es. Luego es necesario soltar y abandonar las expectativas. En el momento preciso nos llegará lo más apropiado y perfecto. Nunca sabemos de dónde va a llegar. Para recibir la sorpresa, debemos dar permiso.

Dios (Amor) trabaja en forma misteriosa. Si lo permitimos, creemos y confiamos de corazón, todo nos llegará sin esfuerzo. Dios es el único que puede abrir ciertas puertas y acercarnos a la gente que nos puede ayudar o apoyar en nuestro camino. Él (Ella) nos coloca en el lugar correcto en el momento perfecto sólo cuando dejamos de hablar tanto y preguntarle al vecino en vez de a Él (Ella) directamente. El solo pensar en Dios nos eleva de nuestros problemas. El estar agradecidos por lo que tenemos también cambia automáticamente nuestra vibración. Siempre hay motivo para estar agradecido.

Los Niños Índigo dicen: “Si imaginan y creen que algo va a pasar, pasa. Si lo imaginan pero no lo creen, difícilmente pasa. Se trata de tener fe y no de “esperar” o “desear” que algo pase”. Tener fe es estar abierto a las posibilidades. Significa que estamos dispuestos a dejar que la vida nos sorprenda, que nos atrevemos a entrar en lo desconocido y a dejar de tenerle miedo a lo que nos parece incierto. Quien tiene fe tiene el corazón siempre abierto. Muchas veces nos quedamos estancados y damos vueltas en el mismo lugar por falta de fe y miedo a lo desconocido. Vale la pena aprender de la semilla, que a pesar de no poder imaginarse como orquídea, tiene la valentía de abrirse, quebrarse y entregarse al proceso de lleno para brotar de la superficie de la tierra y salir a la luz. Un corazón lleno de dolor no puede imaginar lo que se siente al ser amado o al estar en paz. Y así es con todo. Muchas veces tenemos que romper con viejos patrones, viejas formas de pensar y viejas creencias. Esto implica tener que pasar por un túnel oscuro y a veces tener que sentir dolor, pero es la única forma de salir adelante y ver la luz.

Jesús dijo que debemos ser como niños para poder entrar en el reino del cielo. El reino del cielo está aquí y es ahora. Depende de nosotros el poder experimentarlo. Sólo tenemos que dejar de pensar constantemente y dejar de creer que poseemos la verdad absoluta y siempre tenemos razón. Muchas veces, todos estos pensamientos, información y educación nos alejan de lo que realmente somos. La inocencia no es más que la sabiduría que Dios nos regala.

Claro que se necesita ser valiente para tomar este camino, pero el triunfo está cien por ciento asegurado. Es necesario animarse a creer, probar, confiar y entregarse. Cuando empezamos a confiar y tener fe, se transforma algo en nuestro interior y se aclara el pensamiento. Todo se ve diferente. Tratamos de explicar con palabras esta transformación, pero no es posible. No hay palabras para definirla. Simplemente sabemos que hemos encontrado la sabiduría del corazón.

Ahora me gustaría hablar de la fe más importante, la fe en uno mismo. No es imperativo creer en nada afuera nuestro. No es necesario creer en Dios, Jesús, Buda ni Moisés a menos que esto nos haga sentir bien. Lo que sí necesitamos es creer en nosotros mismos y en el poder que está adentro nuestro. Para acceder a él, debemos renunciar a muchas creencias, opiniones y juicios sobre nosotros mismos para querernos y aceptarnos tal cual somos. Sé que esto no es algo fácil. Ni siquiera sabemos conscientemente cuáles son las creencias que nos están afectando, pero con el proceso que enseño en este libro, no es necesario conocerlas, sino dar permiso para que se vayan.

Cuando uno cree en sí mismo y se ama incondicionalmente, se vuelve invencible. La gente percibe esta cualidad. No es necesario hablar ni decir nada. Cuando uno confía en sí mismo, cierta gente empieza a alejarse mientras que otra se acerca trayendo las oportunidades que uno anhela. El secreto está en aceptarse tal cual uno es y dejar de creer que uno no es bueno, que no es lo suficientemente inteligente, capaz o digno o que primero necesita obtener el título universitario. Sólo nosotros podemos cambiar lo que creemos de nosotros mismos.

Lo más importante es ponerse en primer lugar para dejar de ser esa persona que los otros quieren que uno sea. Es preciso despertar y entender que el poder está adentro nuestro y no en la aprobación de los demás. Cuando uno tiene fe en sí mismo, automáticamente empiezan a crecer sus talentos interiores y se empieza a sentir feliz. La fe tiene que ver con la capacidad de amar y disfrutar la vida.

Nuestra vida transcurre en nuestra propia mente. La guerra está en nuestra cabeza y sólo nosotros podemos devolvernos la paz. Es preciso recordar que en cierto sentido siempre tenemos razón. Si decimos que podemos, podemos. Si decimos que no podemos, así es, no podemos.

Estamos aquí para vivir, disfrutar la vida y ser felices. La fe en nosotros mismos nos da la libertad de ser auténticos, y esto a su vez engendra la felicidad que tanto anhelamos.


4 - EL DINERO

Lamentablemente, una vez que obtenemos las cosas materiales nos damos cuenta que el vacío está todavía allí, que no tiene fondo.
Eckhart Tolle
El Poder del Ahora

Cuando me separé de mi marido después de veinte años de matrimonio, me fui con lo que llevaba puesto. Ni siquiera me llevé a mis hijos. El padre quiso quedarse con ellos. Yo tenía la certeza de que podía salir adelante sola y me sentí agradecida y contenta de tener la oportunidad de volver a empezar. Por otra parte, a esa altura de mi vida había aprendido que la felicidad no está en lo material y que no necesitaba tener posesiones. Al contrario, cuanto menos tuviese, más libre sería.

Una amiga sugirió que nos fuéramos a vivir juntas para poder buscar un lugar más amplio y lindo. Me pareció una buena idea, y así fue que encontramos una casa bellísima. Nunca imaginé que llenaríamos los requisitos necesarios para alquilarla, pero en ese momento, como demostramos tener dos ingresos, fuimos aprobadas.

Dos días antes de firmar el contrato de alquiler, mi amiga me llamó y dijo que había cambiado de idea y que se iría a vivir a Arizona. De inmediato llamé a la agente de la inmobiliaria para pedirle que pusiera el contrato a mi nombre, diciéndole que yo sería la persona responsable. Ella no tuvo problema en hacerlo porque ya me conocía.

Al poco tiempo de firmar el contrato de un año y mudarme a la casa, me empezó a llegar trabajo de todas partes y pronto me di cuenta que podría pagar el alquiler sin problema y no necesitaba compartir mi casa con otra persona.

Ocho meses después de mudarme, el dueño de la casa me llamó y dijo que deseaba vender la propiedad. Me explicó que, como sabía que me gustaba tanto la casa, me daría prioridad, pero que si no estaba interesada, en septiembre tendría que marcharme.

Por supuesto que yo deseaba comprar la propiedad y quedarme allí, pero ¿con qué? No tenía dinero para el pago inicial, y como soy contadora, sabía muy bien que no poseía los requisitos necesarios para conseguir un préstamo. Mi intelecto me decía que empezara a empacar, pero algo en mi interior decía que ésa no era la mejor opción. En ese momento me dije: “Si Dios considera que éste es el lugar para mí, Él me conseguirá el préstamo, porque yo no sé cómo hacerlo”. Yo sabía que tenía que hacerme a un lado y dar permiso. Lo mejor era desapegarme, confiar y entregar el asunto al universo.

Dos personas que me habían dicho que podrían ayudarme desistieron durante el proceso. El contrato de alquiler se venció y no conseguí el préstamo, así que tuve que llamar al propietario para decirle lo que estaba pasando. Decidí que en vez de preocuparme por lo que le diría y por cómo haría para convencerlo, me entregaría a la situación con confianza y fe. Así fue que lo llamé, le expliqué y sorprendentemente contestó: “Bueno, Mabel, en realidad éste no es buen momento para poner la propiedad en venta. Te voy a extender el contrato. Escribe una prórroga, mándamela por fax y la firmaré”.

Finalmente, resultó ser que ni siquiera tuve que llamar a la persona que me consiguió el préstamo. ¡George me llamó a mí para ofrecer su ayuda, y antes de que se venciera la prórroga me consiguió el préstamo! ¡Gracias George!

Cuando dejamos de apegarnos al resultado y preocuparnos por las situaciones, abandonamos la necesidad de opinar y pasar juicio, tomamos conciencia de que no sabemos nada y nos entregamos y aceptamos el proceso de la vida, por fin ahí experimentamos el fluir de la vida donde todo sucede y nos llega de manera más fácil. Dios nos ha puesto en la tierra con todo lo que necesitamos. Si miramos a nuestro alrededor notamos que todo lo creado por Dios es infinito y abundante. Sólo las creaciones humanas son escasas y limitadas. Los pájaros vuelan despreocupadamente sabiendo que encontrarán lo que necesitan para comer ahí nomás, cerca del lugar donde se encuentran.

Manifestar aquello que deseamos requiere mucha FE y una gran CONFIANZA. El universo sólo necesita que demos ese primer paso. Si confiamos y damos nuestro permiso, todo lo que necesitamos viene a nosotros. Lo importante es saber en el corazón (y no en la cabeza) que Dios proveerá y confiar cien por ciento. Cuando creemos que no estamos recibiendo respuesta a nuestros pedidos o no vemos los resultados, no es porque no somos oídos. Muchas veces pensamos en Dios como si fuera nuestro sirviente y le exigimos lo que queremos, explicitando cómo lo queremos, de qué forma, qué color y a qué hora. No es así como funciona el universo. Es necesario pedir sin tener expectativas, solicitar aquello que pensamos es correcto para nosotros y desapegarse. Dios nos da lo que es correcto y perfecto en cada momento. El secreto es CONFIAR y soltar, dejarnos llevar por la corriente de la vida y estar abiertos a recibir del lugar y la persona que menos esperamos.

Nunca dudes de que Dios (Amor) proveerá lo que necesitamos en el momento perfecto. Siempre lo hace.

Nuestro problema es que tenemos expectativas, queremos las cosas por anticipado y somos muy impacientes e inflexibles. No nos damos cuenta que todo lo que necesitamos viene de una Fuente única que sabe perfectamente qué es lo que necesitamos, cuándo y cómo. Pensamos que nosotros somos los que creamos las oportunidades a través del trabajo, nuestros esposos o nuestras inversiones, pero estos son diferentes caminos y vías por las cuales se manifiestan. Cuando una puerta se cierra es porque otra se abrirá automáticamente.

Lo peor que podemos hacer cuando aparece un problema es preocuparnos. Al hacer esto, nos estancamos, quedamos atrapados y acabamos atrayendo más de aquello que justamente no deseamos. Somos como imanes: dime lo que piensas y te diré quién eres. Es de vital importancia vivir en el AHORA. Nos pasamos la existencia viviendo en el pasado con nuestros recuerdos y experiencias o en el futuro con nuestras preocupaciones. El dinero, al igual que todo lo demás, llega cuando lo necesitamos, no antes ni después. Sólo es necesario abrir nuestro corazón y CONFIAR.

Alguien alguna vez me contó la siguiente historia: una mujer salió de su casa y vio a tres ancianos de barbas largas sentados frente a su jardín. Como no los conocía, les dijo: “No creo conocerlos, pero tal vez tengan hambre. Por favor entren a mi casa y coman algo”. Ellos preguntaron: “¿Está el hombre de la casa?”. “No”, respondió ella, “no está”. “Entonces no podemos entrar”, dijeron ellos. Al atardecer, cuando llegó el marido, la mujer le contó lo sucedido y él dijo, “¡Diles que he llegado e invítalos a pasar!”. La mujer salió a invitar a los hombres a entrar en su casa. “No podemos pasar los tres juntos”, explicaron los ancianos. “¿Por qué?” quiso saber ella. En ese momento, uno de los hombres señaló hacia los otros dos y dijo: “Él se llama Riqueza y él Éxito. Mi nombre es Amor. Entra y decide con tu marido a cuál de nosotros tres desean invitar”. La mujer entró a su casa y le repitió la historia a su marido. El hombre se puso feliz. “¡Qué bueno! Ya que así es el asunto, invitemos a Riqueza. Dejemos que entre y llene nuestro hogar de abundancia. La esposa no estuvo de acuerdo. “Querido ¿por qué no invitamos a Éxito?”. La hija del matrimonio, que estaba escuchando la conversación desde la otra punta de la casa, vino corriendo con una idea: “¿No sería mejor invitar a Amor? Entonces nuestro hogar estaría lleno de amor”. “Hagámosle caso a nuestra hija”, dijo el esposo a su mujer. “Ve e invita a Amor a que sea nuestro huésped”. La esposa salió y les preguntó a los ancianos: “¿Cuál de ustedes es Amor? Deseamos que él sea nuestro invitado”. Amor se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa. Los otros dos ancianos se levantaron y lo siguieron. Sorprendida, la mujer les preguntó: “Sólo invité a Amor. ¿Por qué vienen ustedes también?”. Los ancianos respondieron al unísono: “Si hubieras invitado a Riqueza o Éxito, los otros dos hubiesen permanecido afuera. Pero invitaste a Amor, y donde sea que vaya Amor, nosotros vamos con él”. Donde hay amor, hay riqueza y éxito.

El dinero no es malo, al contrario. Lo malo es darle prioridad. Cuando hacemos las cosas por dinero, todo parece difícil, viene y se va rápido y se nos escapa de las manos. Debemos encontrar aquello que amamos hacer, algo que nos da felicidad y satisfacción y que estaríamos dispuestos a hacer aunque no nos pagaran. Todos nacemos con ciertos talentos y dones naturales únicos. Hay algo que podemos hacer mejor que ninguna otra persona. Es algo que tenemos adentro nuestro y que no necesariamente precisa de un título universitario.

La abundancia y la prosperidad tienen que ver con nuestra conciencia. Cuando sabemos quiénes somos, sabemos que ya tenemos todo lo que necesitamos. En ese momento, ya somos ricos. Al abrir nuestro corazón y confiar, damos permiso para que todo se manifieste en nuestras vidas.


5 - LOS MIEDOS

Conoced la verdad y ella os liberará.
Jesús

En este camino de búsqueda espiritual que decidí recorrer, tuve que enfrentar muchos de mis miedos. Sentí miedo al dejar mi matrimonio de más de veinte años, al dejar a mis hijos, al volver a empezar mi carrera, al firmar un contrato de alquiler donde yo asumía toda la responsabilidad sin tener ningún respaldo económico. Sin embargo, la fe y la confianza en mí misma me permitieron actuar a pesar de mi miedo. Una voz interior me dijo que yo podía hacerlo. Pero dicha seguridad no vino sola; la fui obteniendo a medida que fui trabajando en mi propia persona –leyendo libros, tomando seminarios, animándome a enfrentar y aceptar las cosas que debía cambiar. Aprendí mucho de las experiencias que me brindaron las clases de “Renacimiento” (Rebirthing) y el Temascal (Swat Lodge).

Dentro del Temascal está totalmente oscuro y hace muchísimo calor. El calor es tan intenso que duele el pecho al respirar y uno siente que se va a morir. El indio americano que lideraba la experiencia nos explicó que en el Temascal uno no tiene más opción que la de entregarse y verse a sí mismo. Recuerdo que tuve dos pensamientos muy importantes estando ahí: “Si Dios me permite hacer esto es porque debe ser seguro”, e inmediatamente me dije: “Mabel, si eres capaz de superar esta experiencia, eres capaz de todo”. Creo que dejé muchos de mis miedos en ese Temascal.

Cuando descubrimos quiénes somos y el poder que tenemos, entendemos que no hay nada que temer. Siempre estamos cuidados. Siempre estamos protegidos.

Todos los seres humanos padecemos los miedos, podríamos decir que es como una enfermedad.

Somos adictos al miedo, al sufrimiento. Preferimos sufrir porque nos es familiar. Sabemos cómo se siente. A pesar de sufrir, nos sentimos cómodos. El temor es lo conocido, lo de todos los días.

Cuando nos animamos a enfrentar y atravesar nuestros miedos, llegamos al otro lado del túnel, vemos la luz, reconocemos lo que es verdad y, no sólo nos sentimos triunfadores y muy bien con nosotros mismos, sino que miramos hacia atrás y vemos que nada es tan terrible como nos habíamos imaginado.

Una vez tomé una clase de negocios donde cierta persona nos contó la historia de cómo se había convertido en agente vendedor de casas. Era muy joven, y el primer día de trabajo su jefe le preguntó: “¿Quieres vender casas?”. Él por supuesto contestó enseguida que sí. El jefe lo llevó a un barrio y le dijo: “Aquí es donde te voy a dejar. Te recogeré en cuatro horas. Ve y golpea puerta por puerta y pregunta a la gente si quiere vender su casa”. Le dejó un papel con cien casilleros y le dijo que, cada vez que alguien le dijera que no, pusiera una cruz en uno de los casilleros. “Ve a buscar tus primeros cien NO”. El joven no lo podía creer; pero ni modo, no había cómo huir de la situación. Resultó ser que muchos le dijeron que NO, pero para su sorpresa, muchos le dijeron que SÍ, que justamente lo estaban pensado y les interesaba obtener más información. En ese momento el joven se dio cuenta que con cada persona que le decía NO, se acercaba más a la posibilidad del SÍ.

Todos sentimos un gran temor al NO, un enorme temor al rechazo. Sin embargo, si no nos arriesgamos a recibir un NO, nunca recibiremos los SÍ. ¿Qué pasa si la gente nos dice NO? Si lo pensamos bien, no es tan grave. La capacidad de superar este miedo es lo que diferencia a la gente que obtiene mucho en la vida de la que no obtiene casi nada; a la que tiene éxito y se supera, de la que queda estancada.

Evidentemente el temor tiene que ver con nuestras propias inseguridades. No sabemos quiénes somos, ni conocemos el poder que tenemos a atraer aquello que es perfecto y correcto para nosotros. Cuando confiamos y creemos en nosotros mismos, sabemos reconocer que cada momento es perfecto. Si alguien nos dice que NO, no sólo no es grave sino que tal vez sea porque lo que buscábamos no era perfecto y correcto para nosotros en ese momento. Quien posee fe sabe que en estas ocasiones muchas veces viene en camino algo mejor y más grande, y lo espera con certeza y confianza. En cambio, quien está perdido y confundido y no conoce su verdadera identidad siente un profundo miedo que lo paraliza.

Todos sentimos miedo, desde el que barre las calles hasta el presidente de una nación. Los miedos no tienen jerarquía. La diferencia es que alguna gente se atreve a sentirlos y a seguir delante de cualquier forma.

Es necesario ser valiente para realizar estos cambios. Pero si no lo hacemos, nadie lo hará por nosotros. Ni Jesús ni Buda volverán para rescatarnos. Lo que necesitamos para transformarnos está adentro nuestro. La transformación es interior. No hay otra forma de hacerlo. No existe un atajo en esta búsqueda. Cada uno de nosotros elige su camino. Cuanto más valientes somos, más lejos llegamos y más posibilidades se presentan a nuestro paso. La buena noticia es que los miedos existen sólo en nuestra mente. Son creados por nosotros mismos. Sólo nosotros podemos cambiarlos. Las creencias y los recuerdos pueden ser borrados. No los necesitamos para sobre vivir. De este proceso depende nuestra libertad. Al abandonar la prisión que hemos creado en nuestras mentes, le abrimos la puerta a nuestra alma y recuperamos la libertad.

Los miedos y el sufrimiento, así como la valentía, son opcionales, dependen simplemente de lo que elegimos en cada momento. Muchas veces es necesario detenerse en medio del camino y realizar cambios drásticos. De cierta forma, debemos morir primero para poder empezar a vivir. Hablo de la muerte de esa parte nuestra que no es real, de eso que nos creíamos que éramos, de la imagen que le vendimos a los demás y, peor aún, que nos vendimos a nosotros mismos.

El temor es como confiar en lo malo, saber que aquello malo que imaginamos va a suceder. El temor también mueve montañas.

Una vez leí que el éxito en la vida no se mide por lo que hemos logrado, sino por los obstáculos que hemos tenido que enfrentar.

Muchas veces la felicidad está a la vuelta de la esquina, esa es
quina que nunca nos atrevemos a doblar.

6 - EL AMOR

El amor es la espada del guerrero: dondequiera que corta, da vida, no muerte.
Dan Millman
El Guerrero Pacífico

Cuando alguien le pidió a una de las Niñas Índigo que hablara sobre el amor, ella se rió como si le estuvieran haciendo una pregunta extraña y respondió: “No puedo hablar del amor; si pudiera, entonces no sería real, porque el amor no tiene nada que ver con las palabras”. “Y entonces”, insistió la persona, “¿qué es el amor verdadero?”. Ella volvió a reírse y dijo: “Lo has vuelto a hacer. ¿Ves qué difícil es?”.

No importa cuánto tratamos de no racionalizar, es casi imposible. Siempre estamos tratando de entenderlo todo con nuestra mente y luego queremos que ese entendimiento salga de nuestras bocas. Pero la mente no puede entender el amor porque este último no tiene nada que ver con el “pensamiento”.

Dan Millman, en su libro El Guerrero Pacífico dice: “El amor no se puede entender, hay que sentirlo. La vida no es imaginarnos perfección y triunfo, es sólo amor. Siempre tratamos de transformarlo todo en un concepto mental. ¡Olvídate y siente!

Una vez les dije a mis hijos Jonathan y Lyonel que los querría pase lo que pase, que mi amor no dependía de lo que ellos hicieran o dejaran de hacer, ni de su comportamiento, y que tampoco dependía de si obtenían o no un título universitario. Los dos abrieron los ojos bien grandes y me miraron como si les estuviera diciendo la cosa más rara que habían escuchado en sus vidas.

Estamos muy mal acostumbrados y transmitimos nuestras costumbres a nuestros hijos. Así aprendimos a vivir. No conocemos una manera mejor. Desde la infancia, nos enseñan que debemos hacer cosas o comportarnos de cierta forma para obtener el amor y la aceptación de los demás. Pero lamentablemente en ese proceso no aprendemos a amarnos ni aceptarnos. Y paradójicamente, la gente nos trata de la forma en que nos tratamos a nosotros mismos. De este modo, el deseo de amor y aceptación se ve frustrado por nuestra propia incapacidad de amarnos a nosotros mismos.

Sin amor propio, no podemos amar a nadie más. El no aceptar esta verdad es engañarse y engañar a los demás. Lo esencial es aprender a amarse y aceptarse tal cual uno es. No sirve hacer las cosas por los demás. Si algo no funciona para nosotros, no funcionará para los otros. Especialmente las madres tendemos a creer que tenemos que sacrificar lo que es importante para nosotras y relegarnos por nuestros hijos. Sin embargo, el mejor regalo que les podemos brindar a nuestros hijos es el amarnos a nosotras mismas. Así pueden ellos observar, y a través de nuestro ejemplo, aprender a amarse a sí mismos sin necesidad de buscar el amor en los lugares equivocados. Cuando estamos en el lugar correcto, permitimos que los demás también lo estén. Cuanto más nos esmeramos por obtener amor haciendo cosas y comportándonos de cierto modo por los demás, más nos alejamos de la posibilidad de experimentar aquello mismo que tanto anhelamos. Debemos aprender a ser felices y disfrutar de cada instante de nuestra vida sin darle importancia a lo que los otros piensan de nosotros. Lo más importante es lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. El amor hacia nuestro propio ser es la herramienta de transformación más poderosa. El amor empieza por nosotros. Es inútil buscarlo afuera. No existe. Nos pasamos la mayoría del tiempo buscando amor en el lugar equivocado, siempre mendigándolo de los demás sin saber por qué.

Éste es otro grave error que solemos cometer. Pensamos que para ser felices necesitamos tener una pareja. Creemos que el otro nos va a dar esa felicidad que tanto anhelamos. Pero incluso cuando conseguimos que otro nos ame, no nos sentimos felices. Sentimos que no estamos completos y buscamos en el otro aquello que creemos que nos falta. Ésta es una pérdida de tiempo. El amor debe buscarse adentro de uno. Después de encontrarlo, de sentirse bien con uno mismo, de aceptarse y amarse, uno descubre que en realidad no “necesita” a nadie. Entonces busca a alguien porque “desea” y “elige” estar en pareja. En este contexto uno actúa libremente por elección y no por necesidad.

La falta de seguridad en nosotros mismos nos impide amar verdaderamente. Decimos que amamos pero lo hacemos de una manera posesiva. Las madres por ejemplo, no permitimos a nuestros hijos que sean ellos mismos y los mantenemos esclavos de nuestras opiniones y puntos de vista. Muchas veces creamos relaciones amorosas donde sufrimos tremendos celos. Esto no es Amor, pero no podemos evitarlo, son las viejas cintas grabadas tocando de nuevo en nuestras cabezas. No podemos ver a la gente tal cual es. La vemos a través de nuestros pensamientos y recuerdos.

En el arte hawaiano del Ho’oponopono se utilizan dos herramientas muy importantes: “te amo” y “gracias”. Cuando las usamos en voz alta y se las decimos a alguien, son tremendamente poderosas y valiosas. Cuando alguien nos hace algo que consideramos injusto, cuando una persona nos dice algo que nos molesta, en vez de contestar, en vez de darle nuestro punto de vista y tratar de convencerla de que tenemos razón, podemos repetir en nuestra mente las veces que sea necesario: “Te amo. Te amo. Te amo”, o “Gracias. Gracias. Gracias”.

Estas herramientas suelen provocar resultados sorprendentes. A veces la persona se disculpa cuando menos lo esperábamos, otras veces, puede que siga en lo mismo, pero uno ya no lo nota ni se siente afectado. Con cierta gente, las dificultades son más pasajeras que con otras. Con algunas personas tenemos más recuerdos. No debemos olvidar que todo cambia según nuestra percepción de los eventos, las personas y las situaciones. Lo mismo pasa con los demás. Todo depende de su percepción, su punto de vista, sus memorias. La vida es como una película que vimos ya muchas veces y sigue repitiéndose una y otra vez porque seguimos reaccionando constantemente.

Nuestra reacción a los problemas es una repetición de recuerdos. Las dificultades suelen ser obstáculos que ya hemos encontrado antes pero que jamás hemos resuelto. Por esta razón, la situación regresa para darnos la oportunidad de reaccionar de forma diferente. La gente suele aparecer en nuestras vidas para movilizarnos y mostrarnos las partes de nosotros mismos que necesitamos cambiar. Las relaciones son simplemente espejos en los que nos vemos reflejados.

Tenemos la posibilidad de elegir no reaccionar. Podemos poner la otra mejilla. La mejilla del amor. Sabiendo esto, podemos tomar mayor conciencia y elegir hacernos responsables. Por ejemplo, si uno tiene problemas con sus hijos, lo mejor es hablarles cuando están dormidos. Lo único necesario es decirles que los amamos y que les agradecemos que estén en nuestra vida. No es propicio darles nuestros puntos de vista, a menos que ellos los pidan. Tampoco es productivo tratar de convencerlos de que uno tiene razón y ellos no. Es muy difícil saber lo que es bueno para nosotros. ¿Cómo podemos saber lo que es bueno para los demás?

El agradecimiento es también una herramienta muy poderosa. Cuando uno se siente deprimido o angustiado, lo mejor es pensar en todas las cosas buenas que tiene en su vida. Practicando esto, muy pronto nos cambia la energía. Nos elevamos, estamos más allá de los problemas. A veces no nos damos cuenta de todo lo que tenemos porque nos concentramos en aquello que “creemos” nos falta. En realidad ya lo tenemos todo, incluyendo el amor. Sólo debemos dar nuestro permiso para recibirlo y poder así experimentarlo.

No podemos esperar que los demás nos hagan felices. Sólo podemos encontrar verdadero Amor adentro nuestro. El secreto de la felicidad no está en buscar afuera ni en buscar más, sino en desarrollar nuestra capacidad de amar y disfrutar.


7 - EL CAMINO MÁS CORTO Y MÁS FÁCIL

Dios sólo pide que cuidemos muy bien de nosotros mismos y que digamos “lo siento”.
Dr. Ihaleakalá Hew Len

Cuando desperté y empecé mi búsqueda, probé diferentes formas y caminos para llegar a la verdad, pero cuanto más probaba, más sentía que algo adentro mío decía que tenía que haber una forma más rápida y más fácil. Cuando por fin llegué al Ho’oponopono, no me di cuenta enseguida de que la había encontrado. Pero pasó el tiempo, y un día tomando una clase con mi maestro Ihaleakalá, sentí en el alma la inconfundible certeza de que esto era lo que había estado buscando. Ya no necesitaba nada más. Gracias a Dios, mi búsqueda había concluido. Primero y principal, descubrí que no necesito ni dependo de ningún gurú. Puedo realizar el proceso sola, pues me comunico directamente con la divinidad, sin intermediarios. Lo único necesario es limpiar y borrar (perdonar). El resto se deja en manos de Dios. Mientras me ocupe de borrar y limpiar (perdonar) no tendré por qué preocuparme. Dios se encarga de colocarme en el lugar correcto a la hora perfecta. Mientras yo esté borrando, habrá alguien que me estará cuidando. Yo no necesito hacerlo.

En este capítulo final, deseo resumir los puntos principales del Ho’oponopono, la sabia doctrina ancestral que me ha otorgado las herramientas que han cambiado mi vida. Estos conceptos son muy simples. Lo único que la divinidad nos pide es que asumamos plena responsabilidad, pidamos perdón y cuidemos muy bien de nosotros mismos. ¡Eso es todo!

El asumir el 100% de nuestra responsabilidad es el camino más corto. Cuando nos damos cuenta que sólo son “nuestros programas” los que no nos permiten ver las cosas con claridad, dejamos de culpar los factores externos y decidimos tomar responsabilidad, las puertas del paraíso se abren para nosotros y alcanzamos un estado de infinitas posibilidades. En cambio, cuando estamos enojados con alguien o por algo, perdemos nuestra libertad. Nuestros propios sentimientos de odio nos condenan y atan. Somos esclavos de ellos. De este modo sólo nos dañamos a nosotros mismos. Podemos liberarnos a través del perdón. El perdonar forma parte del camino más corto y más fácil. Pero no es necesario hablar con nadie para informarle que lo hemos perdonado. Éste es un trabajo interno. Es un proceso que se da entre nosotros y Dios cuando decimos: “Divino creador, perdóname por aquello que está en mí que ha creado esto”.

En mi caso, por ejemplo: no es que ya no me enoje; no es que ya no reaccione o no tenga problemas. La enorme diferencia es que ahora mi enojo dura unos pocos minutos hasta que regreso a mi centro, me acuerdo y tomo conciencia. Entonces me digo a mí misma: “Esto lo estoy creando yo, son mis pensamientos del otro. Es producto de mis programas, mis grabaciones, mi percepción. Yo puedo borrarlo”. Este simple proceso me da una tranquilidad que no puede describirse con palabras. ¿Por qué? Porque no quedo atrapada en pensamientos tales como: “¿Cómo es que me dijo esto? ¿Cómo me hizo eso?”. No

“YO” SOY EL “YO”


“YO” vengo del vacío a la luz.
“YO” soy el aliento que nutre la vida.
“YO” soy ese vacío, ese silencio más allá de la conciencia.
El “YO”, lo PERFECTO, lo ABSOLUTO,
“YO” dibujo mi arco iris a través de las aguas, la transformación de mente en materia.
“YO” soy la inhalación y exhalación,
la brisa transparente e invisible,
el átomo indefinible de la creación.
“YO” soy el “YO”.

Ho'oponopono

Que es Ho'oponopono?

Ho'oponopono es un método antiguo Hawaiano de sanación puesto al día para el mundo de hoy, que nos enseña a dejar partir los bloqueos y problemas que causan desequilibrio en nosotros mismos.

Su objetivo es traer paz y equilibrio de una manera simple y efectiva, mediante la limpieza mental y física y a través de un proceso de arrepentimiento, perdón y transmutación.

Ho'oponopono puede ser usado por todas las personas independientemente de su edad y cultura.

HO'O significa CAUSA en hawaiano y PONOPONO significa PERFECCIÓN.
HO'OPONOPONO significa , "corregir un error" o "rectificar un error."

El Hoo-Ponopono es un proceso de tomar la responsabilidad de tu vida, de contrición, arrepentimiento, de pedir perdón y transmutación y consiste en realizar una petición a la energía del Amor Universal e Incondicional para cancelar y reemplazar las energías tóxicas que puedan hallarse en uno mismo.
El Amor efectúa dicho proceso fluyendo a través de la Mente Espiritual o Supra-consciencia y continúa su flujo a través de la Mente Consciente, liberándola de la excesiva racionalización para finalizar en la Mente Emocional o Subconsciente, donde anula todos los pensamientos que tengan emociones tóxicas, reemplazándolos con Amor incondicional.

A través de esta técnica, tenemos la capacidad de hacer lo correcto a nuestro propio Ser, de volver al estado de perfección original, donde no existía división o dualidad en nosotros, de colocar nuevamente nuestra página vivencial en blanco..., donde no existen ideas preconcebidas y reina un perfecto estado de paz, con sólo pedirle a la Divinidad que aquello que yace dentro de nosotros, aquello que ha ocasionado una división en nuestros pensamientos, venga a la superficie para ser liberado.
Al pedir perdón a la Divinidad por haber hospedado pensamientos que nos han separado de nuestra Unidad con el Espíritu... el pensamiento pernicioso y recurrente desaparece. Y cuando es liberada, el espacio se llena inmediatamente con un amoroso sentido de Unidad con todo.

No hay límites en el número de veces que esta herramienta puede ser usada, especialmente en lo referente a transmutar en pura luz tus pensamientos, los de tu familia, ancestros y descendientes, puesto que esta herramienta es una petición a purificar los pensamientos tóxicos que causan reales divisiones en tu percepción.

Ho'oponopono es un proceso simple.

Para los antiguos hawaianos, todos los problemas se empiezan a gestar en los pensamientos. Tener pensamientos no es el problema. El problema está en todos nuestros pensamientos que se encuentren llenos de memorias dolorosas sobre personas, lugares o cosas. Nosotros somos la suma total de todas nuestras experiencias, lo que significia que estamos sobrecargados con nuestras experiencias del pasado. Cuando nosotros experimentamos stress o miedo en nuestras vidas, si miramos con cuidado, nos daríamos cuenta que la causa esta situada en nuestra memoria. Son las emociones que estan ligadas a estas memorias que nos afectan ahora. El subconcente asocia una acción o una persona en el presente con algo que paso en el pasado. Cuando esto ocurre, las emociones son activadas y se produce el stress.

El intelecto como tal no puede solucionar esos problemas porque él solamente gestiona procesos. Gestionar cosas no soluciona los problemas del todo. Tienes que dejar que fluyan.
Cuando se hace Hoo-Ponopono, la Divinidad se hace cargo de los pensamientos dolorosos, los neutraliza y los purifica. Haciendo Ho'o-Ponopono, tú no purificas personas, lugares o cosa alguna. En cambio, neutralizas la energía dolorosa que tú asocias con esas personas, lugares o cosas. Así que la primera etapa para hacer Ho'o-Ponopono es purificar energías.
Entonces tiene lugar algo maravilloso, No solamente la energía queda neutralizada, sino que se desprende, desaparece, quedando en su lugar una nueva página vacía en blanco, vacía, donde escribir de nuevo otra realidad. La etapa final es permitirle a la Divinidad hacer acto de presencia y rellenar el vacío de esa página en blanco con Luz Divina.

Para hacer Hoo-Ponopono no necesitas saber cual fue el error cometido o cual fue el problema. Apenas necesitas percibir la existencia de situaciones físicas, mentales o emocionales que te estén abrumando. Cuando lo hagas, tu responsabilidad estriba en comenzar inmediatamente a sanar la esencia de tales situaciones, diciendo simplemente: "Lo lamento. Por favor perdón.

"Nosotros nos estamos matando a nostros mismos o nutriéndonos a nostros mismos. No existe un camino intermedio." Ihaleakala Hew Len, Ph.D. .

A través de esta técnica, tenemos la capacidad de hacer lo correcto a nuestro propio Ser, de volver al estado de perfección, de colocar nuevamente nuestra página vivencial en blanco…, con sólo pedirle a la Divinidad que aquello que yace dentro de nosotros, aquello que ha ocasionado una división en nuestros pensamientos, venga a la superficie para ser liberado.

Al pedir perdón a la Divinidad por haber hospedado pensamientos que nos han separado de nuestra Unidad con el Espíritu... el pensamiento pernicioso y recurrente desaparece. Para lograrlo, algunas veces se necesita pedirlo varias veces a fin de que la razón que está detrás del pensamiento aparezca en la superficie y sea liberada. Y cuando es liberada, el espacio se llena inmediatamente con un amoroso sentido de Unidad con todo.

El Hoo-Ponopono es un proceso de contrición, arrepentimiento, pedido de perdón y transmutación y consiste en realizar una petición a la energía del Amor Universal e Incondicional para cancelar y reemplazar las energías tóxicas que puedan hallarse en uno mismo. El Amor efectúa dicho proceso fluyendo a través de la Mente Espiritual o Supra-consciencia y continúa su flujo a través de la Mente Consciente, liberándola de la excesiva racionalización para finalizar en la Mente Emocional o Subconsciente, donde anula todos los pensamientos que tengan emociones tóxicas, reemplazándolos con Amor incondicional.
No hay límites en el número de veces que esta herramienta puede ser usada, especialmente en lo referente a transmutar en pura luz tus pensamientos, los de tu familia, ancestros y descendientes, puesto que esta herramienta es una petición a purificar los pensamientos tóxicos que causan reales divisiones en tu percepción.

El Hoo-Ponopono es realmente muy simple. Para los antiguos hawaianos, todos los problemas se empiezan a gestar en los pensamientos. Tener pensamientos no es el problema. El problema está en todos nuestros pensamientos que se encuentren plenos de memorias dolorosas sobre personas, lugares o cosas.

El intelecto como tal no puede solucionar esos problemas porque él solamente gestiona procesos. Gestionar cosas no soluciona los problemas del todo. Tienes que dejar que fluyan. Cuando se hace Hoo-Ponopono, la Divinidad se hace cargo de los pensamientos dolorosos y los neutraliza. Haciendo Hoo-Ponopono, tú no purificas personas, lugares o cosa alguna. En cambio, neutralizas la energía dolorosa que tú asocias con esas personas, lugares o cosas. Así que la primera etapa para hacer Hoo-Ponopono es purificar energías.

A seguir, algo maravilloso ocurre. No solamente la energía queda neutralizada, sino que se desprende, quedando una nueva página vacía donde escribir de nuevo otra realidad. La etapa final es permitirle a la Divinidad hacer acto de presencia y rellenar el vacío de esa página en blanco con Luz Divina.

Para hacer Hoo-Ponopono no necesitas saber cual fue el error cometido o cual fue el problema. Apenas necesitas percibir la existencia de situaciones físicas, mentales o emocionales que te estén abrumando.

Cuando lo hagas, tu responsabilidad estriba en comenzar inmediatamente a sanar la esencia de tales situaciones, diciendo simplemente: "Lo lamento. Por favor perdóname".

Se trata apenas de realizar un trabajo interno sobre ti mismo, para mejorar lo externo.

El procedimiento personal estriba en mantenerse callado y centrado en ti, permitiendo que el proceso de transmutación se lleve a cabo por sí mismo, pues si involucras tu intelecto, el proceso se detiene.

Si deseas resolver un problema personal, trabaja sobre ti mismo. Si tienes un problema con otra persona, simplemente pregúntate: "¿Qué existe en mi que hace que esta persona me ataque?". Elévate sobre esas situaciones diciendo simplemente: "Lo lamento por cualquier cosa que haya sucedido o esté sucediendo. Por favor, perdóname".

Lo bonito de esto es que no hay que comprender nada a nivel racional.

Es como navegar por Internet. Apenas hay que ir hacia la Divinidad y hacer clic para bajar la información solicitada.

Por ejemplo, si alguien se nos acerca hablándonos de que sufre una cierta pena o dolor físico, podemos preguntarle a la Divinidad: "¿Qué ocurre en mí que he causado dolor o sufrimiento sobre esta persona?".

Y luego, podemos preguntar a la Divinidad: "¿Cómo puedo rectificar ese problema en mi?". O también: "Por favor, cualquier cosa que sea que ocurra en mi que haya causado este sufrimiento en fulano, dime como puedo rectificarlo". Las respuestas a esas interrogante suelen venir sin esfuerzo, pero a continuación deberíamos hacer lo que se nos sugiera… Lo que aquí importa no es el efecto sino el entendimiento del origen del problema. Ésa es la clave.

En el caso de ser un terapeuta que use Hoo-Ponopono para ayudar a otros a sanar, debes primero conectarte con la Fuente Divina y apelar al Amor Universal para corregir los erróneos pensamientos que existan en ti y que se estén manifestando en la actualidad principalmente como un problema en ti y luego en tu cliente o consultante.

Esta súplica o apelación estriba en un proceso de arrepentimiento y solicitud de perdón por parte del terapeuta: "Yo lamento que mis erróneos pensamientos hayan causado situaciones negativas en mi y en mi cliente. Por favor, perdóname".

El Hoo-Ponopono vale también para tratar situaciones derivadas de objetos inanimados, espacios físicos que deban ser sanados, etc. El límite es nuestra percepción o imaginación.

La manifestación de una amorosa responsabilidad es lo que transmuta los errores dentro de nosotros que manifiestan el problema (en nosotros o en los demás). La actitud amorosa los cancela y los corrige.

Liturgia para hacer Hoo-Ponopono

Esta liturgia se refiere a procurar sanar aspectos que involucran otras personas.

Todos los procedimientos hawaianos comienzan con una respiración denominada Ha. Una serie de Ha consiste en inhalar durante 7 segundos (o contando 7), retener la respiración contando 7 y exhalar contando 7 veces. Cuando hayas vaciados tus pulmones, reten la respiración durante un conteo de 7. Relájate y permite que tu propio ritmo respiratorio determine por sí mismo cuando puede durar tu conteo de 7.

Siéntate entonces con las palmas de tus manos descansando sobre tu regazo, con los pulgares y dedos índices en contacto entre sí. A seguir, toma 7 ciclos de respiración Ha, tal como se explicó arriba.

Luego, lee la siguiente oración en voz alta:

Divino Creador, Padre, Madre e Hijo, Todos en Uno...:

Según tus creencias, esto lo puedes sustituir por:

Amado Espíritu, amada Unidad de Todo lo que Es…:

Si de cualquier manera yo, mis familiares, amigos, ancestros y descendientes te hemos ofendido o causado cualquier tipo de daño a ti, a tus familiares, amigos, ancestros y descendientes en pensamientos, escritos, palabras o acciones desde el principio de la creación hasta la fecha presente (puedes decir cual es la fecha presente), transgrediendo o quebrantando la Unidad de Todo lo que Es contra nosotros o fuera de nosotros hacia los demás, entonces nosotros solicitamos humilde y modestamente ser perdonados por ello.

Por favor, pedimos que cualquier tipo de memorias, obstáculos o energías no deseadas sean limpiadas, purificadas, definitivamente desprendidas, liberadas y transmutadas en Pura Luz.

Pedimos que esto sea hecho… y ya se cumplió.

Otros formulismos que pueden ser aplicados en varias ocasiones

Te amo y si desperté sentimientos hostiles en ti, lo siento y te pido perdón. ¡Gracias!

Lo lamento. Por favor, perdóname por cualquier cosa que se halle en mi interior que se manifieste como un problema (en mi o en ti).

Cuatro técnicas Hoo-Ponopono adicionales

Técnicas para la solución de problemas que pueden ser aplicados a restablecer la propia identidad a través de la anulación de memorias que reproducen frecuentemente una y otra vez los problemas en el Subconsciente.

1 - Yo te amo Cuando tu alma experimente memorias que reproducen una y otra vez situaciones problemáticas, habla silenciosamente con tus memorias y diles: "Las amo, queridas memorias. Agradezco la oportunidad de liberarlas y de liberarme".

"Yo te amo" puede ser repetido una y otra vez. Tus memorias nunca se van de vacaciones o se retiran a menos que tú lo hagas. "Yo te amo" puede ser usado aún si tú no estás realmente consciente de cuál es el problema. Por ejemplo, puede ser aplicado antes de emprender cualquier actividad como hacer una llamada, responder al teléfono o antes de entrar en un vehículo para dirigirte a cualquier lugar.

2 -
Este proceso puede ser usado junto a o en vez de "Te amo", repitiéndolo mentalmente una y otra vez. "Gracias. Yo te amo". O simplemente, "¡Gracias!".

3. AGUA AZUL SOLARIZADA

Beber cantidades de agua es una maravillosa práctica para solucionar o sanar situaciones, particularmente si es agua azul solarizada. Consíguete un envase de vidrio azul con una tapa no metálica, llénalo de agua potable y coloca el envase (o la botella) bajo el sol o bajo la luz de una lámpara incandescente (no fluorescente) durante un tiempo mínimo de una hora.
Después de haber solarizado el agua, puedes beberla, cocinar con ella, lavar frutas y vegetales, enjuagarte la cara o el cuerpo.
Tal como sucede con el proceso ""Yo te amo" y "Gracias", el agua azul solarizada borra las memorias que causan las situaciones repetitivas en la mente Subconsciente.
4 - FRESAS Y ARÁNDANOS

Estas frutas anulan memorias. Pueden ser comidas frescas, deshidratadas, en mermeladas, siropes o helados.

Este proceso puede ser usado junto a o en vez de "Te amo", repitiéndolo mentalmente una y otra vez. "Gracias. Yo te amo". O simplemente, "¡Gracias!".

Oraciones Ho´ponopono

“Lo siento, te amo. Lo siento, me amo. Ho´ponopono.”

“Lo siento, te amo. Perdóname por aquello que está en mí (interior) que ha creado esto. Y lo siento, me amo. Me perdono por estar creando esta realidad.”

“Lo siento, te amo. Lamento que haya algo en mí que se manifiesta en tí. Y lo siento, me amo. Me perdono por estar creando esta realidad.”

“Lo lamento, por favor, perdóname por cualquier cosa que se halle en mi interior que se manifieste como un problema (en mí o en tí)”

“Lo siento, perdóname por aquello que está en mí que ha creado esto”.
De este modo tomamos responsabilidad y desde ese lugar nos perdonamos a nosotros mismos. Como tenemos recuerdos en común, basta con que uno tome la responsabilidad de pedir perdón para que esos recuerdos se borren de uno y de los demás.

“Creador divino, padre, madre, hijo como uno… Si YO, mi familia, los parientes y los antepasados le han ofendido, a su familia, parientes y antepasados en pensamientos, palabras, hechos y acciones desde el principio de nuestra creación al presente, pedimos su perdón… Deje que esto se limpie, purifique, corte todas las memorias, bloqueos, energías y vibraciones y transmute estas energías negativas e indeseadas en luz pura… Y que así sea”

“Por favor, pedimos que cualquier tipo de memorias, obstáculos o energías no deseadas, sean limpiadas, purificadas, definitivamente desprendidas, liberadas y transmutadas en pura luz. Pedimos que esto sea hecho… y ya se cumplió”

Existen herramientas muy concretas para borrar los programas que repite nuestra mente. Una de ellas es repetir mentalmente y en voz baja: “llave de la luz, llave de la luz, llave de la luz”, todo el tiempo. Con esta frase, metamórficamente “apagamos” el interruptor de nuestros programas.
Llave de la luz es la contraseña. Cuando estoy preocupada, ansiosa o resentida con alguna persona, no dejo que mi intelecto se interponga y empiece con el cotorreo. Sólo repito mentalmente: “llave de la luz, llave de la luz, llave de la luz”.

Otra herramienta para limpiar es repetir: “Azul hielo, Azul hielo, Azul hielo”.

“Te amo, y si desperté sentimientos hostiles en tí lo siento, y te pido perdón. Gracias.”

“Yo tengo el don de elegir”

“Esto lo estoy creando yo, son mis pensamientos del otro. Es producto de mis programas, mis grabaciones, mi percepción. Yo puedo borrarlo”.

“Al presentarse esto ante mí, puedo reconocer memorias viejas. Esas memorias estaban en mi subconciente, y por primera vez las distingo. Por eso les doy las gracias por la oportunidad que hoy tengo de liberarme. Pido disculpas a la situación teñida por esas viejas memorias, y la libero, a ella y a los involucrados.Gracias, lo siento, te amo, lo lamento, te agradezco.”

Explicación:
Cada vez que estés frente a una situación que te genera una emoción de crisis, de dolor, de angustia, cualquier emoción negativa, decí: “Al presentarse esto ante mí, puedo reconocer memorias viejas (Puedo, significa que tengo la posibilidad de hacerlo. Tengo esa posibilidad: reconocer memorias viejas con esto que está pasando.) “Esas memorias estaban en mi subconciente, y por primera vez las distingo. (por primera vez, porque antes, la situación me pasaba por encima. Algo ME pasaba, ME llenaba de angustia, ME llenaba de ira, y me transformaba en la angustia, la ira, la emoción que fuera. Ahora no. Ahora, puedo ser solamente el observador, ver lo que está sucediendo ahí, distinguir que es una memoria vieja que parte de un condicionamiento) “Ahora en lugar de convertirme en ESA emoción que ME sucede con la situación, soy el observador que le agradece a la circunstancia, porque ahora estoy pudiendo ver ahí, en esa pantalla lo que mi subconciente está proyectando en ella. Todo eso que veo ahí afuera, sale de mi proyector. Por primera vez, veo que yo misma escribí el guión, y puedo modificar lo que los actores que yo misma elegí dicen con el guión que yo misma escribí. Devuélvanme los guiones, ahora voy a cambiar la historia. Maravillosa aventura, no?Y la frase continúa así: “Por eso les doy las gracias por la oportunidad que hoy tengo de liberarme. Pido disculpas a la situación teñida por esas viejas memorias, y la libero, a ella y a los involucrados.”

Esto te aleja absolutamente de la posición de víctima indefensa, porque el método correcto y la aplicación correcta te llena de gratitud. ¿Cómo iba a poder ver lo que está en mi inconsciente si no lo proyecto fuera de mí, si la situación, y las personas que comparten mi vida, no me lo muestran? Así que sinceramente les agradezco, y les digo que lo lamento, lamento estar usándote para ver lo que no podía ver sin vos. “Gracias, lo siento, te amo, lo lamento, te agradezco.”

LA VERDAD SOBRE LAS ALMAS GEMELAS


INFORMACIÓN CONCRETA SOBRE UN CONCEPTO EQUIVOCADO


PARTE I

ERRORES DE LA TEORÍA

(Fragmento de El Cielo responde)

Siempre nos han enseñado que las almas gemelas eran las dos mitades de un alma que se buscaban para volver a unirse. Lamentablemente, eso es crear en el ser humano una dependencia afectiva. Todo lo contrario de lo que enseñan en las clases de autoayuda.

También nos explicaban que las almas gemelas eran dos almas tan iguales que, cuando encarnaban en el plano físico, siempre eran de distinto sexo para poder ejercer una atracción recíproca.

De esa manera nos enseñaban a necesitar, a ser dependientes de un amor personal. No entendían que, al no necesitar, podíamos utilizar toda nuestra energía de amor para dar al otro.

Al mostrarnos la teoría de esa manera nos indicaban todo lo contrario del genuino camino espiritual, que explica que el verdadero amor no necesita, porque es Amor de Servicio. Ese es el Amor impersonal. Porque el amor personal que damos y recibimos a diario se alimenta de emociones negativas difíciles de controlar, de dudas, de celos, de diversos roles de control entre uno y otro protagonista de ese sentimiento. Por el contrario, el Amor Impersonal no intenta manipular ni busca dominar a la persona a la que va dirigido ese afecto, sino que trata de serle útil... pues no importa uno, sino el otro.

Pero para brindar ese amor tan excelso, tan elevado, no es necesario buscar la excusa de que somos la mitad de un todo y la otra mitad es aquel ser a quien tenemos que amar.

Gracias a Dios, la respuesta es más sencilla y menos egoísta. Porque, en realidad, las almas gemelas no son dos partes de un mismo espíritu.

Tampoco son necesariamente espíritus de distinto sexo, pues los espíritus no tienen sexo.

La teoría espiritual explica que las almas vibran en forma sutil o en forma densa, de acuerdo a su altruismo o egoísmo. Cada vibración es distinta a la otra, pero hay espíritus que tienen vibraciones afines.

Destaco que hay almas que vibran en la misma sintonía. Son espíritus cuya vibración está en resonancia.

Si dichos espíritus fueran sonido, se podría decir que son ondas acústicas de la misma frecuencia y amplitud. Esas son las almas gemelas.

La definición correcta es que las almas gemelas son espíritus que vibran en un acorde determinado, producido en repercusión con otro espíritu.

Es muy importante aclarar otro equívoco. Hay otra creencia errónea que sostiene que las almas gemelas son siempre dos. Esto no tiene que ser necesariamente así, ya que puede haber muchos espíritus que vibren en una misma frecuencia.

Creer que solamente dos son las almas que pueden estar en resonancia entre sí, es limitar la afinidad de los espíritus.

De todos modos, es importante destacar que en los Espíritus de Luz la afinidad es matizada por un amor impersonal y no por un sentido de posesión.

Pero las almas gemelas no necesariamente están en un plano de Luz. Hay espíritus regidos por la crueldad que se encuentran en los planos más densos... y también son afines entre ellos. No se conocen entre sí, pero se comportan de la misma manera. Poseen la misma mezquindad, tienen similar egoísmo y, en algunos casos, hasta su carácter es parecido. Pero, a diferencia de los espíritus de Luz, estas almas aún siendo compatibles, pueden llevarse mal entre ellas.

Eso demuestra que no siempre las almas gemelas se aman entre sí... ¡aquellos espíritus invadidos por el ego sólo se aman a sí mismos! Eso lo vivimos comprobando diariamente.

Con respecto a las afinidades, las almas gemelas solo tienen afinidad verdadera en los planos de Luz, porque en los planos inferiores, su resonancia no es garantía de compatibilidad.

Lo satisfactorio es que todos tenemos más de un alma gemela a la nuestra. Si vibramos en Amor, podremos percibir esas almas y, a la vez, seremos percibidos.

PARTE II

MULTIPLICIDAD DE LOS ESPÍRITUS AFINES

Los conceptos que transmiten los Maestros es desmitificar todos los mitos creados por el hombre en su ignorancia. Con respecto a las almas gemelas hay una tremenda tergiversación de la verdad real.

Popularmente se cree que cada ser humano es una mitad en busca de la otra mitad, masculina y femenina, y que después de muchas vicisitudes, ambas partes se encontrarán y vivirán por siempre felices. Lamentablemente, eso no es más que un cuento de hadas.

Se debe tener en cuenta que en los planos espirituales, nuestro verdadero hogar, no existe el sexo. El sexo, entendiendo por esto la relación íntima entre un hombre y una mujer, solamente pertenece al plano físico y en el plano físico queda.

Platón, ese filósofo tan importante y que tantas enseñanzas dejara, cometió un solo error... que marcó a las generaciones futuras con un concepto equivocado. En su obra "El Banquete", Aristófanes habla de tres sexos: masculino, femenino y andrógino. Este último sexo estaba compuesto por seres dobles, antecesores de los hombres actuales que, como eran fuertes e inteligentes, lograban que los dioses se sintieran amenazados. Entonces Zeus montó en cólera y decidió dividirlos. A partir de ese momento, las mitades separadas andan en búsqueda de su mitad complementaria. De esa metáfora de Aristófanes contada por Platón, que permaneció en la memoria histórica de la raza humana, sacamos la errónea conclusión que somos seres incompletos y el deseo amoroso consistiría en la búsqueda de la otra mitad. Con esa teoría se acrecentó aún más el Ego protagonista, ese Yo que vive necesitando, ese Yo que no está completo si no interactúa con el Yo de la otra persona. Creernos la mitad de otra alma es un rol como el de sentirnos víctimas de alguna circunstancia.

Deben saber que en los planos espirituales no hay roles, pues no hay una personalidad definida. Cada espíritu es igual al otro... solo los diferencia su mayor o menor afán de Servicio.

Hombre, mujer, abuelos, padres, tíos, hermanos, amigos, son solamente roles tan efímeros como los papeles de los actores en el cine o en las obras de teatro, que terminan definitivamente cuando baja el telón. ¿Cuál sería el sentido de buscar y encontrar un alma gemela, en el caso de que la hubiera, supuestamente del sexo contrario al que es uno, si en definitiva, todo duraría un pestañeo?

La verdad es que las almas gemelas son espíritus que vibran en la misma resonancia, no teniendo nada que ver con hombre-mujer. Y no necesariamente son dos: Pueden ser tres, diez o mil. Por ejemplo: Jesús, Juan Zebedeo y Krishnamurti son espíritus afines (almas gemelas) y obviamente son más de dos. Además, los tres aparecieron en el plano físico como hombres.

Contribuyó mucho al error el libro de Linda Goodman, titulado: "Los signos del zodíaco y el amor", donde dice, por ejemplo, que María Magdalena era el alma gemela de Jesús, lo cual no es más que una fantasía, porque tergiversa la verdad, relacionando a las almas gemelas con la pareja humana y además reduciéndola solamente a dos.

Aristófanes fue mal interpretado, pues él habla del mito del hombre esférico, dividido en dos mitades y que aspira a recibir su integridad. Significa que sus "yoes" están dispersos y busca integrarlos, para que el ego no cumpla su tirano rol, que supedita al ser humano a sus circunstancias.


Aristófanes da a entender que si los hombres viven sin piedad, corren el riesgo de "ser cortados en dos" por el apego.

El Amor es la unión de los semejantes, es la conexión de seres que vibran en la misma sintonía. Por ello, el amor personal de hombre a mujer es inferior desde ese punto de vista al Amor impersonal de un ser humano hacia otro ser humano. Y un espíritu que no ama de esa manera no tiene piedad... es un espíritu partido en dos.

¿Se dan cuenta que no tiene nada que ver con una mitad masculina y otra femenina?

Complemento la explicación de las almas gemelas. En música, vibrar en resonancia, significa estar acorde en la escala tonal. O sea, si pulsan la cuerda de una guitarra y hay otra guitarra que está afinada en la misma sintonía, su cuerda también vibrará al estar en resonancia con la del primer instrumento.

Los espíritus son similares a trazos de luz, que vibran de forma sutil o densa, de acuerdo a su comportamiento. Cuando un espíritu vibra en forma similar a otro, se puede decir que están en resonancia. Su sintonía es similar. Esa es la verdadera explicación de las almas gemelas.

Pero sería demasiado pobre el mundo espiritual si solo otro ser tuviera nuestra misma vibración. Se sabe que es ilimitado el número de espíritus que tienen la misma sintonía. De esa manera, al estar encarnados, la posibilidad de conocer un alma afín es muchísimo mayor.

El dilema es que mientras exista el ego no hay garantía de nada, pues éste nos hace actuar como protagonistas en una Obra, volviéndonos susceptibles, incapaces de escuchar al otro y envolviéndonos en nuestros propios dramas. De esa manera, nuestra vibración cambia y ya no somos compatibles con quien, hasta ese momento, era un alma afín.

PARTE III

LOS LAZOS KÁRMICOS

Melbis dice que a lo largo de nuestra vida soñamos con encontrar la pareja perfecta, nuestra alma gemela, aquella que, como oasis en medio del desierto, nos da de beber esperanza, fuerza y amor incondicional. Aun los que disfrutan teniendo múltiples relaciones añoran la tan mencionada "media naranja". Están seguros que si encontraran a esa persona especial serian capaces de comprometerse hasta el fin de los tiempos.

Esa manera de pensar está condicionada por las enseñanzas erróneas que se han dado a lo largo de la historia, desde la época en que Platón escribió "El Banquete". Como se dijo en la segunda parte de esta nota, allí Aristófanes habla de tres sexos: masculino, femenino y andrógino. Este último sexo estaba compuesto por seres dobles, antecesores de los hombres actuales que, como eran fuertes e inteligentes, lograban que los dioses se sintieran amenazados. Entonces Zeus montó en cólera y decidió dividirlos. A partir de ese momento, las mitades separadas andan en búsqueda de su mitad complementaria.

Por eso Melbis afirma que las almas gemelas son un único espíritu, basada en el concepto equivocado que en el principio de los tiempos los espíritus eran andróginos, tenían al mismo tiempo la esencia femenina y la masculina, pero su evolución era muy lenta, ya que al sentirse completos no sentían la sed de búsqueda, y sin búsqueda no hay encuentro. Sabemos que esto no es así.

Sí estoy de acuerdo que cada quien tiene su misión y , la mayoría de las veces la cumple en su vida cotidiana con las personas que tiene cerca.

Comparto con Melbis lo que dice respecto a los vínculos kármicos: "No importa quien tenga razón, lo importante es que los sentimientos negativos sean transmutados y purificados. Debemos aceptar, con humildad, que una relación que ha comportado sufrimiento, también ha significado un aprendizaje y nos ha ayudado a evolucionar y que toda persona que irrumpe en nuestra vida acaba siendo un instrumento para crecer".

Pero Melbis afirma erróneamente: "Hay una mejor manera de aprender nuestras lecciones y evolucionar: concientizarnos del problema que trae aparejada la deuda kármica. Si tú sabes que tipo de deuda te une a esa persona será más fácil hacer los cambios necesarios para cambiar la energía negativa a una vibración positiva, más ligera y por lo tanto más elevada". El error del concepto es creer que las deudas kármicas son con la otra persona cuando, en realidad, las lecciones kármicas son con nosotros mismos. O sea, si en una vida anterior cometí una acción negativa y perjudiqué a otra persona, en esta vida voy a arrastrar un karma... ¡pero será una lección de vida a aprender de mi parte, pues los karmas son individuales! Aprenderé esa lección kármica con una actitud positiva, y no necesariamente con esa persona, en el caso que haya encarnado nuevamente y esté cerca mío. Así como las religiones tradicionales nos han creado complejos de culpa, separando cuerpo y espíritu, e inculcándonos que el primero era fuente de impureza y era un lastre para el segundo, de la misma manera nos han hecho creer que los hijos pagaban la culpa de los padres. Eso es otra forma de fomentar los lazos kármicos que, en realidad, no existen. Ningún espíritu encarnado se hace cargo de la lección kármica de otro, aunque en la vida sea un familiar directo. Cada uno es responsable de sus propios actos. Los lazos kármicos son una invención para hacer crecer el Ego y sumir en una dependencia nefasta a la persona. Profundizando más en el tema, el espíritu tampoco se hace cargo de la culpa de haber hecho mal a otro espíritu encarnado en una vida anterior... ¡porque ya generó su lección kármica que revertirá o no! ¡No le debe nada al otro... se debe a sí mismo! Por lo tanto no hay deudas kármicas... ni lazos kármicos. No hay lazos que cortar, porque no hay lazos que atan. Lo único que ata, que crea dependencia a través de las distintas vidas y en la vida actual es el Ego. Recuerden que cuando el espíritu encarna, lo que hace es interpretar un personaje... que desaparece al desencarnar. ¿Nos atamos a un personaje?

Agrego un apunte que escribí en la nota "La Mediumnidad", que refuerza lo que digo:

"Cada ser humano cumple en el plano físico un determinado rol (hombre, mujer, padre, madre, hijo, dentista, pintor, agrónomo, maestra, etc.) y la muerte no es más que la caída del telón que pone fin al personaje pero no al actor que le dió vida. El error del Espiritismo ha sido poner énfasis en la supervivencia del rol, ¡que es precisamente el que desaparece definitivamente! Nadie puede comunicarse con un ser querido (un padre, por ejemplo), de la misma forma que nadie puede comunicarse con el personaje de un film (¿quién sería tan iluso como para querer entrevistarse con James Bond, el personaje de ficción creado por Ian Fleming e interpretado por primera vez en el cine por Sean Connery?). La única muerte que existe, por lo tanto, es la del rol. Muere el personaje, pero no el actor-espíritu que le dió vida.

Quiero aclarar muchas dudas que siembran algunas escuelas espirituales al decir que muchas parejas se relacionaron karmáticamente en vidas anteriores y, en la encarnación actual, pueden tener algunos conflictos. La solución que dan esos centros esotéricos es tratar de cortar los supuestos lazos kármicos que atan a las parejas hasta que ambos (o uno de ellos) paguen dicha deuda kármica. ¿Donde está la falla en dicha teoría? En que esas escuelas se olvidan (o desconocen) que solo encarnan los "personajes" y, al desencarnar los mismos, sus roles dejan de ser para dar paso al "actor" que los interpretó. Y si los que se involucraron fueron meros personajes, el espíritu (actor) no se genera ninguna deuda kármica y no hay lazos reales que cortar, pues el amor personal en esa vida termina al completarse el ciclo de esa encarnación".

En otra parte, Melbis agrega: "La fusión con el alma gemela solo se podrá dar si estamos equilibrados y en sintonía uno con el otro. A esta fusión se le llama "el vinculo cósmico". Al estar en el mismo nivel de evolución comparten objetivos y al estar juntos, el gran amor que despiden se abre a toda la humanidad. Cuando amamos deseamos integrarnos en el otro, pero también expandirnos a través de él y el hecho de encontrar las mismas vibraciones en el otro nos facilita la expansión". La idea es incompleta, pues la verdadera fusión o vínculo cósmico solo la logra el espíritu al Elevarse y fundirse con el Absoluto. Otra idea equivocada es pensar que "cuando no hay armonía entre las almas gemelas (ya que evolucionan separadas y a veces lo hacen a diferente ritmo) deben seguir caminos separados, distintos. Cuando una de las almas cobra conciencia, debe esperar a la otra para ayudarla en su evolución". Esto no es así, pues la ayuda está implícita en el Servicio que todo espíritu en Evolución brinda a su prójimo, pues la otra idea sería pensar que solo se ayuda a ese alma afín y eso suena a discriminación. El concepto erróneo también afirma que "el alma gemela no reconoce a su compañera porque esta involucrada en otras relaciones que le son necesarias para su evolución". Debemos saber que "un espíritu abierto" puede estar involucrado en cualquier ejercicio de Crecimiento e igualmente estar pendiente de los otros espíritus menos avanzados. Si no les tiende la mano no es por estar ocupados, sino por el descuido inconsciente que le produce su propio ego.

Comparto el punto siguiente donde Melbis dice: "Creo que es muy importante que dejemos bien claro el papel del sexo en las relaciones íntimas. El sexo es un intercambio de energía muy poderoso entre dos cuerpos. Muchos yoguis han aprendido a sublimar su propia energía para una elevación espiritual. El kama-sutra trata precisamente el manejo de esa energía entre dos personas y no tan solo de las distintas posiciones para la unión como se ha venido manejando en Occidente. En una relación sexual la energía de uno impregna al otro". Agrego que también el varón puede absorber a la mujer energéticamente si su búsqueda es solo física y no espiritual, pues tiene que ser una fusión de cuerpo y espíritu para que la energía tántrica circule en forma fluída.

Por último, Melbis habla del perdón mutuo y mi punto de vista es que para perdonar debimos culpar primero desde el Ego. Si no prejuzgo, no tengo nada que perdonar.

Ampliando el tema, el perdón es un acto de soberbia, proveniente del Ego, por el cual el individuo que considera haber sido ofendido, en un gesto ostentosamente magnánimo, absuelve al supuesto ofensor. El perdón implica ofensa, es decir que para que alguien pueda perdonar, primero tiene que haber sido ofendido, pero como nadie tiene el poder para ofender a nadie a menos que uno le haya dado ese poder, resulta que, paradójicamente, el perdón nunca debería recaer sobre la persona que supuestamente nos ofende sino, en todo caso, sobre uno mismo, por haberle dado tan neciamente cabida a la ofensa. Cada uno crea sus propios estados de ánimo, o, expresado de otra manera, "los hombres no se perturban por causa de las cosas, sino por la interpretación que de ellas hacen" (Epícteto). El ofensor, por lo tanto, siempre es uno mismo: te ofenden porque te ofendes. De ahí que cuando alguien perdona una ofensa, lo único que está haciendo, en realidad, es desligarse de la responsabilidad que le cabe por ser su propio ofensor para trasladarla a otro.

Volviendo a los lazos kármicos, Ruben Cedeño dice: "En el caso que quieras separarte de tu pareja en el plano físico, hazlo sin odio y con amor hacia esa alma con la que has convivido, para que no crees lazos kármicos que después te obliguen a volver a unirte a esa persona para disolverlos". Mi respuesta ya está implícita en renglones anteriores: El karma no te obliga a retribuir nada a ese alma... ¡ni siquiera te obliga a retribuirte a tí mismo! Si eliges no revertir tu lección kármica, será tu problema... serás tú el que no evoluciones. El Absoluto nos dió los dos tesoros más preciados que tenemos: Su Amor y el libre albedrío... y ni siquiera podemos cortar ese libre albedrío en beneficio de la persona, pues nos generaríamos un karma nosotros. Por eso, tanto el Bien como el Amor se proponen... nunca se imponen.

Hay autores que proponen terapias para cortar los lazos kármicos que atan emotivamente... ignoran (o le hacen ignorar a sus lectores) que el único lazo que ata es el Ego.