lunes, 18 de mayo de 2009

La aventura es una actitud

La aventura no es estar colgado de una soga en el flanco de una montaña. La aventura es una actitud que nosotros debemos aplicar ante los obstáculos diarios de la vida: enfrentando nuevos desafíos, aprovechando nuevas oportunidades, probando nuestros recursos frente a lo desconocido y, en el proceso, descubriendo nuestro propio potencial.

Estamos viviendo uno de los más grandes períodos de transición de la historia, donde los cambios económicos, políticos y sociales ocurren a la velocidad de la luz. En el mundo de hoy, la norma es un cambio rápido y tenaz que amenaza con agobiarnos por su intensidad. No podemos detener este cambio, ni tampoco podemos ignorarlo. De hecho, como dijo Alvin Toffler: “El cambio no sólo es necesario para la vida. Es la vida. De la misma manera, la vida es adaptación.” Entonces… ¿Cómo enfrentamos el desafío de cambiar y adaptarnos? ¡Aprendiendo a ver el cambio como una gran aventura!

Todos nosotros vemos el cambio como una amenaza y le tememos. Estamos tan consumidos por la necesidad de certeza y previsibilidad, que no aceptamos que el cambio es la única constante real en nuestras vidas. Por eso, no buscamos las oportunidades que sólo el cambio puede crear, hasta que nos obliga alguna fuerza externa más allá de nuestro control, como una crisis económica, o una tragedia personal. Sin embargo, podemos aumentar nuestra habilidad de adaptación, para manejar el cambio de manera más efectiva y aprender a beneficiarnos de la incertidumbre que el mismo crea.

La metáfora de la aventura nos ofrece el ejemplo perfecto para articular una estrategia y transformar esta incertidumbre en ventaja. Por definición, la aventura es algo con un resultado incierto y los aventureros, son personas que activamente buscan la dificultad para ampliar su potencial frente a lo desconocido.

Hoy, nos guste o no, el ritmo del cambio nos obliga a redescubrir el espíritu aventurero de nuestros antepasados y a movernos desde el mundo conocido de nuestros logros anteriores, hacia el desconocido mundo de la oportunidad futura.

Para enfrentar este desafío, será necesario valor, recursos y resistencia: valor para intentarlo, comprometerse y tomar aún más riesgos; recursos para ser innovadores y creativos para encontrar nuevas maneras de hacer las cosas; y resistencia para seguir adelante cuando todo alrededor nuestro parezca estar desmoronándose. Pero más que nada, será necesario eliminar las ataduras de la complacencia, que domina y limita las vidas de tantas personas.

De hecho, la aventura de la vida será vivida sólo por aquellos que continuamente se esfuercen por ir un paso más allá de sus experiencias anteriores. Aquellos que permanezcan en la búsqueda del descubrimiento y de nuevos desafíos. En palabras de Marcel Proust: “El acto real del descubrimiento no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos”. Los niños hacen esto de manera natural, pero como adultos, debemos obligarnos constantemente a permanecer insatisfechos del mundo “seguro” que hemos creado.

Debemos buscar desafíos y siempre preguntarnos qué podemos aprender de este esfuerzo. Adoptando esta filosofía tendremos que tomar riesgos, pero riesgos controlados cuidadosamente, a través de la preparación adecuada y del análisis. Riesgos donde las consecuencias resultantes han sido profundamente consideradas, reconocidas y personalmente aceptadas.

Este enfoque forma las raíces de lo que podríamos denominar el “Espíritu de Aventura”: un nuevo paradigma que nos ofrece un punto de vista más “intrigante” y menos “seguro” para la felicidad, el sentimiento de realización y el éxito.

El “Espíritu de Aventura”, es clave en tiempos cambiantes. Podemos tener toda la educación, todo el conocimiento, toda la experiencia del mundo, pero eso no nos garantiza el éxito. Porque no es lo que vimos en la vida lo que nos hace ser quienes somos… es la manera en que reaccionamos ante lo visto.

Estos son algunos de los pilares en que se basa la filosofía del “Espíritu de Aventura”:
- Adaptabilidad
- Deseo y Determinación
- Visión y Valor
- Experiencia
- Curiosidad natural
- Trabajo en equipo y Confianza
- Optimismo ilimitado
- Habilidad de tomar riesgos
- Desempeño excepcional
Analizando estos pilares, es obvio que no existe ninguna píldora mágica que garantice el éxito instantáneo. Los logros son solamente el resultado de un proceso constante. Debemos esforzarnos por ir siempre “un paso más allá” de nuestra experiencia anterior; aplicando -de forma consistente- un conjunto de principios claramente definidos durante un largo período de tiempo.

Vivir es una gran aventura. Sentirnos inquietos, conmovidos, sorprendidos y también un poco incómodos e inseguros… es sentirnos vivos. Si dejásemos de “aventurarnos”… dejaríamos de vivir!

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