
Lo que más DESEABA era CAMBIAR, así que llamó al hechicero real para pedirle consejo.
El hechicero reflexionó por unos instantes y luego le dijo:
- Le puedo ayudar, pero Su Majestad deberá seguir fielmente mis instrucciones.
- Haré cualquier cosa que me devuelva la paz - replicó el rey.
- Muy bien - replicó el hechicero - Espere tres días y después le daré algo que le va a ayudar.
Pasados los tres días, el hechicero le entregó al rey un objeto muy inusual: una máscara. Era casi una réplica del rostro del rey, pero con una importante diferencia; en vez de las líneas de un rostro fruncido e irritado, mostraba una sonrisa y una expresión plácida y agradable.
- No puedo ponerme eso - protestó el rey - No es ...mi cara, y además la gente no me reconocería, saben que no soy una persona feliz.
- Si Su Majestad desea que le ayude debe hacer lo que le pido y llevar la máscara siempre - insistió el mago.
- De acuerdo lo haré.
El rey se puso la máscara y algo extraordinario le sucedió. La gente disfrutaba mirándole y se sentía cómoda en su presencia. Empezaron a sentirse seguros y a confiar en él. El rey respondía positivamente ante la aceptación mostrada por sus vasallos y empezó a tratarlos con cariño y respeto. Poco a poco el desasosiego se aplacó en el reino y se instauró la paz.
Existía un lugar , sin embargo, en el que no reinaba la paz: en el corazón del rey. Estaba encantado por los cambios del reino, pero se sentía hipócrita porque sabía que llevaba una máscara. Lleno de desazón llamó al hechicero.
- Te estoy muy agradecido por el cambio de mi reino, pero no puedo seguir engañando a mi gente. No soy más que un charlatán. Por favor dame permiso para quitarme la máscara.
- Si ese es su deseo, que así sea.- replicó el hechicero.
Con gran dolor el rey retiró la máscara que había transformado su vida y su reino ,frente a un espejo con los ojos cerrados. Con todo su valor abrió los ojos, listo para contemplar su antiguo rostro, peor milagrosamente éste se había transformado en una imagen gozosa y hermosa, más radiante incluso que la máscara."
( Extraido de "El Dragón ya no vive aquí ", de Alan Cohen)
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¿Cuántas veces nos escondemos detrás de máscara por temor a mostrarnos tal cual somos ?
¿ Cuántas veces estas máscaras son realmente mágicas, de manera tal que nos transformamos en lo que queremos transmitir? .
El ser auténticos es una de las cosas más difíciles , nuestra necesidad de ser aceptados por nuestro entorno nos lleva a olvidarnos de ser nosotros mismos para ser la máscara que llevamos puesta.
No importa que tan bonita sea esa máscara , lo importante es quitarla y encontrar debajo una imagen " gozosa y hermosa " de nosotros mismos.
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