miércoles, 11 de enero de 2012

Leo Buscaglia-Amor en PDF


"AMOR"

Autor: LEO BUSCAGLIA

Categoría: AUTOAYUDA

Editorial: EMECE - BUENOS AIRES - 1986

Introducción

Era la época de invierno del año 1969, cuando una inteligente y sensible alumna mía decidió suicidarse... y lo logró. Ella provenía de una aparentemente buena familia de la clase media alta. Sus calificaciones eran excelentes. Era popular, siempre buscada por sus amigos. Cierto día de enero de aquel 1969 condujo su automóvil al acantilado del Risco del Pacífico, en Los Ángeles; dejó el motor andando y bajó para caminar hasta el borde del profundo acantilado que sobremiraba el mar, y una vez allí, saltó para encontrar su muerte en las rocas subyacentes. No dejó ninguna nota, ni una palabra que explicara su incomprensible decisión. Y tan sólo tenía 20 años. Nunca he podido olvidar sus ojos: alertas, vivos, responsivos, llenos de promesa. Recuerdo sus trabajos y exámenes, pues siempre los leí con interés. En uno de sus trabajos, que ella nunca recogió, escribí: ”Un muy buen trabajo. Perceptivo, inteligente y sensible. Indica tu habilidad para aplicar en tu vida «real» lo que han aprendido. ¡Buen esfuerzo!” Pero, ¿qué sabía yo de su vida ”real”? A menudo me pregunto qué leería en sus ojos, o en sus trabajos, si pudiera verlos ahora. Sin embargo, como sucede con tantas personas y situaciones a lo largo de nuestras vidas, ”vivimos” hechos como éste tan superficialmente, que los dejamos pasar sin intentar siquiera adentrarnos en ellos.

Yo no me culpaba por su muerte. Sencillamente me preguntaba si hubiera podido hacer algo, aunque fuera poco, para ayudarla. Y fue esta reflexión, más que cualquier otra cosa, lo que me llevó ese mismo año a iniciar mi clase experimental. Pensé en integrar un grupo informal con asistencia voluntaria; cualquier estudiante podría estar presente y salirse en el momento que lo deseara. La clase se dedicaría al crecimiento personal. Evitaría que se convirtiera en algo orientado a los problemas, en sicoterapia de grupo o en un grupo de encuentro, pues yo era educador, no sicoterapeuta. Esperaba que esta clase fuera una experiencia de aprendizaje única, que tuviera un marco de referencia a la vez definido y flexible y que fuera de profundo interés para el estudiante, que se relacionara con su experiencia inmediata. Los alumnos con los que me relacionaba se preocupaban, más que nunca, por la vida, el sexo, el crecimiento, la responsabilidad, la muerte, la esperanza, el futuro. Así se hizo evidente que el único tema que abarcaba todo esto, y el núcleo de todas estas preocupaciones y otras más, era el amor. De modo que iniciaría la que llamé ”Clase de Amor”. De antemano sabía que no podía ”enseñar” esta clase en el sentido formal. Sería presuntuoso. Por otro lado, me hallaba limitado en mis conocimientos y experiencias de este tema, pero me encontraba tan activamente involucrado como cualquiera de mis alumnos en la búsqueda del o los verdaderos significados de la palabra. Yo sólo fungiría como orientador de los alumnos y juntos trataríamos de guiarnos hacia el mejor entendimiento del delicado y apasionante fenómeno del amor humano. Mi determinación de iniciar esta clase no encontró ninguna resistencia, siempre y cuando la impartiera sin percibir salario, durante mi tiempo libre y sin que se le otorgara crédito escolar. Naturalmente, muchos fruncieron el ceño al considerar que el amor no era un tema académico ni una parte seria del programa universitario. En el transcurso de la semana siguiente me divirtieron mucho las miradas de extrañeza que descubrí en algunos de mis colegas. Un profesor, al hablarle sobre mis planes durante un almuerzo en la facultad, se refirió al amor, y a quien se propusiera ”enseñarlo”, como algo ”¡irrelevante!” Otros preguntaron en tono de burla y con mirada maliciosa si la clase requería de investigación de laboratorio y si yo sería el investigador principal. Sin embargo, la inscripción de alumnos a la clase de amor fue en aumento hasta que tuvimos que aceptar a sólo 100 alumnos por año; eran de todas edades, desde primer año de facultad hasta graduados, aunque obviamente con distintos niveles de experiencia y sofisticación. Pero todos eran únicos y, por lo mismo, tenían enfoques individuales del tema y conocimientos interesantes para compartir.

El presente libro es el resultado de esa ”Clase de Amor”, y como tal, de ninguna manera pretende ser un trabajo académico ni profundamente filosófico ni, por otro lado, definitivo sobre el amor. Más bien pretende compartir algunas de las ideas prácticas y vitales, sentimientos y observaciones que surgieron en el grupo y que considero pertinentes a la condición humana. Se podría decir que los participantes de las clases y yo escribimos este libro juntos, y también que este libro tiene más de 400 autores.

En tres años, nunca intentamos, ni logramos definir el amor, pues a medida que crecíamos nosotros en el amor, consideramos que el definirlo sería delimitarlo, y en realidad el amor nos parece infinito. Un estudiante expresó: ”Encuentro que el amor se asemeja mucho a un espejo. Cuando yo amo a otro, se convierte en mi espejo y yo en el de él, ¡y al reflejarnos en el amor del otro vemos el infinito!”

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