miércoles, 20 de mayo de 2009

Conversaciones con Dios

UNA EXPERIENCIA EXTRAORDINARIA

Una de las pocas veces que el Absoluto, Dios, Inteligencia universal, Ala como quieras llamarle se ha comunicado directamente con un ser humano, estos libros, escritos en el modo de dictado automático, es un mensaje en respuesta a los interrogantes mas profundos que nos hemos planteado alguna vez, mas allá de ciertos detalles que probablemente sean agregados del propio autor, el texto es francamente maravilloso y muy recomendable, estimados :)

Estos capítulos de los tres libros también puede ser utilizado a modo de oráculo, piensa, ¿que le preguntarías a Dios si supieras que responderá? fija una pregunta en tu mente, elige cualquier capitulo de cualquiera de los libros y lee, seguramente encontraras la respuesta que buscabas.

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La película Conversaciones con Dios

La vida de Neale se hunde por momentos. Sin trabajo, sin familia, sin hogar... Ya sólo le faltaba romperse el cuello en un accidente de circulación para tirar la toalla y acabar en un camping para indigentes dejado de la mano de Dios. Será esta situación límite donde Neale tendrá que decidir entre dos opciones: abandonarse a su mala suerte o reencontrarse así mismo y buscar, donde haga falta, las respuestas que le proporcionen la fuerza necesaria para comenzar de nuevo.

Archivo para descargar con Pando.

Conversaciones con Dios.pando de Neale Donald Walsh

Como comenzó todo...

“No se trata de un libro escrito por mí, sino que me ha ocurrido a mí”. NEALE DONALD WALSCH

Había llegado al límite de su resistencia. Se encontraba en ese momento en que el dolor –el peor dolor, el que produce la soledad de espíritu– amenazaba con desbordarse en la más insondable desesperación. ¿Qué mejor prueba podía tener de la inexistencia de Dios que su insensato sufrimiento? Aun si existiera y fuese Dios de bondad, ¿no podría, en su soledad, reclamarle como interlocutor? Este último gesto de esperanza obró el milagro.

A partir de esta crítica experiencia vital, Conversaciones con Dios es la trascripción del más infrecuente –aunque quizá debiera considerarse el más necesario– de los diálogos: a través de ellos se revela un Dios tolerante, tan conocedor de los fuertes anclajes morales de la mayoría de los seres humanos como del intenso arraigo de sus carencias. Y por ello, más interesado en proponer a sus criaturas una actitud que en exigirles un código rígido y pormenorizado de normas. Un Dios, pues, humano, en la medida que los hombres están hechos a imagen y semejanza de él.

Sencilla, clara y sobre todo muy esperanzadora.

Conversaciones con Dios es una obra que tiene vocación de dejar huella, de ayudar a los seres humanos a ver sus relaciones con la Divinidad desde otra perspectiva, de permitirles ser mejores sin por ello deshumanizarse con un exceso de exigencias.

INTRODUCCIÓN.

Está usted a punto de vivir una extraordinaria experiencia. Está a punto de mantener una conversación con Dios. Sí, sí. Lo sé... eso no es posible. Probablemente piense (o le han enseñado) que eso no es posible. Ciertamente, se puede hablar a Dios; pero no con Dios. Es decir: Dios no va a contestar, ¿no es eso? ¡Al menos no en la forma de una conversación normal y corriente!

Lo mismo pensaba yo. Pero luego me “ocurrió” este libro. Y lo digo literalmente. No se trata de un libro escrito por mí, sino que me ha “ocurrido” a mí. Y cuando lo lea, le “ocurrirá” a usted, ya que todos alcanzamos la verdad para la que estamos preparados.

Probablemente, mi vida sería mucho más fácil si hubiera mantenido silencio acerca de todo esto. Pero esa no fue la razón de que me ocurriera. Y cualesquiera que sean los inconvenientes que el libro pueda causarme (como ser tildado de blasfemo, de impostor, de hipócrita por no haber vivido estas verdades en el pasado, o - lo que tal vez sea peor - de santo), ya no me es posible detener el proceso. Ni hacer lo que quiera. He dispuesto de ocasiones para apartarme de todo este asunto y no las he aprovechado. Respecto a este material, he decidido basarme en lo que me dice mi instinto, más que en lo que me pueda decir la mayoría de la gente.

Dicho instinto me dice que este libro no es un disparate, el exceso de una frustrada fantasía espiritual, o simplemente la autojustificación de un hombre frente a una vida equivocada. ¡Oh, bueno! ¡Pensé en todas estas cosas: en cada una de ellas! Así que di a leer este material a algunas personas cuando era todavía un manuscrito. Se emocionaron. Y lloraron. Y rieron por la alegría y el humor que contiene. Y, según me dijeron, sus vidas cambiaron. Se sintieron traspasados. Se sintieron poderosos.

Muchos dijeron que se sintieron transformados.

Fue entonces cuando supe que este libro era para todo el mundo, y que debía publicarse; porque es un don maravilloso para todos aquellos que realmente quieren respuestas y a quienes realmente les preocupan las preguntas; para todos aquellos que han emprendido la búsqueda de la verdad con corazón sincero, alma anhelante y espíritu franco. Y eso significa, más o menos, todos nosotros.

Este libro aborda la mayoría de las preguntas - sino todas - que siempre nos hemos formulado sobre vida y amor, propósito y función, personas y relaciones, bien y mal, culpa y pecado, perdón y redención, el sendero hacia Dios y el camino hacia el infierno... todo. Trata directamente de sexo, poder, dinero, hijos, matrimonio, divorcio, vida, trabajo, salud, el más allá, el más acá... todo. Explora la guerra y la paz, el conocimiento y el desconocimiento, el dar y el recibir, la alegría y la pena. Examina lo concreto y lo abstracto, lo visible y lo invisible, la verdad y la mentira.

Se podría decir que este libro es “la última palabra de Dios sobre las cosas”, aunque a algunas personas esto les puede resultar algo difícil, especialmente si piensan que Dios dejo de hablar hace 2.000 años, o que, si Dios ha seguido comunicándose, lo ha hecho únicamente con santos, curanderas o alguien que haya estado meditando durante treinta años, o bien durante veinte, o, por poner un mínimo decente, durante diez (ninguna de estas categorías me incluye).

Lo cierto es que Dios habla a todo el mundo. Al bueno y al malo. Al santo y al canalla. Y, sin duda, a todos nosotros. Usted mismo, por ejemplo. Dios se ha acercado a usted muchas veces en su vida, y esta es una de ellas. ¿Cuántas veces ha escuchado este viejo axioma: “Cuándo el estudiante está preparado, aparecerá el profesor”? Este libro es nuestro profesor.

Poco después de que este material empezara a “ocurrirme”, supe que estaba hablando con Dios. Directa y personalmente. Irrefutablemente. Y que Dios respondía a mis preguntas en proporción directa a mi capacidad de comprensión. Es decir, me respondía de un modo, y con un lenguaje, que Dios sabía que yo entendería. Esto explica en gran medida el estilo coloquial de la obra y las referencias ocasionales al material recogido de otras fuentes y experiencias previas de mi vida. Ahora sé que todo lo que me ha acontecido siempre en mi vida procedía de Dios, y en ese momento se unía, se conjuntaba, en una magnífica y completa respuesta a cada una de las preguntas que siempre tuve.

Y en algún momento del recorrido me di cuenta de que se estaba produciendo un libro; un libro destinado a ser publicado. En realidad, durante la última parte del diálogo (en febrero de 1993) se me ordenó específicamente que se produjeran tres libros, y que:

1. El primer volumen tratara principalmente de temas personales, centrado en los desafíos y oportunidades de la vida de un individuo.

2. El segundo se ocupará de temas más generales, relativos a la vida geopolítica y metafísica del planeta, además de los retos a los que se enfrenta hoy el mundo.

3. El tercero tratará de las verdades universales de orden superior, así como de los desafíos y oportunidades del alma.

Este es el primero de los libros, terminado en febrero de 1993. En aras de la claridad debo explicar que, puesto que transcribí este diálogo a mano, subrayé o señalé con un círculo determinadas palabras o frases que me llegaban con un énfasis especial - como si Dios las hiciera retumbar -; en la composición tipográfica estas palabras y frases aparecen en cursiva y subrayadas.

Tengo que decir también que, tras haber leído y releído la sabiduría contenida en estas páginas, estoy profundamente avergonzado de mi propia vida, que ha estado marcada por continuos errores y fechorías, algunos comportamientos sumamente vergonzosos, y algunas opciones y decisiones que, sin duda, otros consideran perjudiciales e imperdonables. Aunque experimento un profundo remordimiento por el hecho de que haya sido a través del dolor de otras personas, siento una indecible gratitud por todo lo que he aprendido en mi vida, y considero que todavía tengo que aprender por medio de los demás. Pido disculpas a todos por la lentitud de este aprendizaje. Sin embargo, Dios me alienta a perdonarme a mí mismo mis propias faltas y a no vivir en el temor y la culpa, sino seguir intentando siempre - no dejar de intentarlo - vivir una visión más grandiosa.

Sé que eso es lo que Dios desea para todos nosotros.

Neale Donald Walsch
Central Point, Oregón


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